Un grupo de investigadores de la Universidad de Rutgers-New Brunswick de Nueva Jersey ha propuesto un proyecto para poder almacenar todos los microorganismos de nuestro cuerpo.
El ser humano es un complejo mecanismo de microorganismos. Un cúmulo de microbios que intervienen en nuestro interior proporcionándonos una salud y un bienestar adecuados.
Se cuentan por millones en nuestro cuerpo, y nos brindan la oportunidad, por ejemplo, de hacer la digestión, extraer de los alimentos las vitaminas o proporcionarnos la primera barrera defensiva contra bacterias y virus.
En este sentido, se podría decir que el microbioma es una parte esencial del ser humano, y que sin su existencia no podríamos realizar la cantidad de procesos necesarios para nuestro día a día interno.
La cuestión es que una parte abundante de estos microorganismos están desapareciendo, principalmente, en Occidente. Ya sea por nuestro ritmo de vida, nuestra alimentación o nuestro estilo de vida más sedentario. De ahí la iniciativa de un grupo de científicos de la Universidad de Rutgers-New Brunswick en Nueva Jersey (EEUU). Su proposición es la de crear una especie de Arca de Noé del microbioma humano, con el fin de preservar todo tipo de microorganismos.
El Banco de Semillas de Svalbard, su guía para el proyecto
María Domínguez Bello, una de las investigadoras del proyecto, destaca la idea de obtener «una copia de seguridad para todas esas colecciones de bacterias en un país seguro y neutral, donde puedan ser preservadas hasta que las entendamos por completo».
Para poder salvaguardar el microbioma humano, lo que se requiere, según el equipo de científicos que lideran el proyecto, es encontrar pueblos en el mundo que no se vean afectados por la globalización, y con ello, que su sistema microbiótico no haya sido alterado de manera sustancial.
Estos pueblos, en base a estudios de los propios científicos, son algunas de las poblaciones indígenas de América Latina o África, que disponen de una mayor variedad de microorganismos que los occidentales.
Su intención es crear algo parecido al Banco de Semillas de Svalbard, en Noruega. Es decir, una especie de búnker donde almacenar toda esta cantidad de microorganismos, para, a su vez, poder estudiarlos todas en conjunto.