Un informe de Ecologistas en Acción ha puesto de manifiesto la necesidad de tomar medidas urgentes ante este problema, que establece que el 97% de la población española respiró en 2018 aire contaminado.
El planeta sufre a sus especies, y en especial al ser humano. Todo ser vivo que habita la Tierra tiene ciertos derechos y deberes para con la naturaleza, por el mero hecho de existir, y por lo tanto, con el mundo y el ecosistema que le rodea.
Visto bajo este punto de vista, el ser humano, por ahora, cree estar en poder de más derechos que deberes, teniendo una deuda negativa con todos y cada uno de los seres a su alrededor, y en definitiva, con la naturaleza como tal.
La situación, que dista mucho de ser halagüeña para todos, sigue cayendo en mínimos históricos para la naturaleza. Una cuestión crucial si de verdad apostamos por seguir viviendo en nuestro planeta de aquí a cientos o miles de años.
Un 97% de los españoles respiraron aire contaminado en 2018 en España
Tal y como hemos ido contado antes, la situación es crítica en casi todos los ámbitos relacionados con el medio ambiente. En el referente a la polución del aire que respiramos estamos en clara desventaja vital para el futuro.
Según un informe de Ecologistas en Acción, el 97% de de la población española, es decir, alrededor de 45 millones de personas están respirando aire contaminado. Los principales gases contaminantes que respiramos son el dióxido de azufre, el dióxido de nitrógeno y el ozono troposférico.
La contaminación, llegados a este punto, no solo supone un problema para el ser humano, sino que se está abriendo paso, a su vez, como un problema muy importante para los animales y plantas, que obviamente dependen igual que el hombre de su aparato respiratorio.
Dicho informe ha contado también, gracias a los datos, los derivados de dicha contaminación, es decir, las muertes indirectas que ocurrieron en 2018 por la polución del aire, que en este caso han rondado las 30.000 muertes. Además de las pérdidas ocasionadas por los costes derivados de este problema, lo que ha supuesto alrededor de 50.000 millones de dólares al año según el Banco Mundial.
Todas estas cuestiones ponen de manifiesto, de largo, el problema que supone no potenciar ni financiar las medidas ecológicas y anticontaminantes que desde diversas instituciones y entidades privadas se están llevando a cabo, tanto en España, como en el resto del mundo.