Un equipo de científicos de la Universidad de Bristol ha creado una fórmula para convertir los residuos nucleares en baterías de larga duración
El destino de los residuos nucleares ha sido un quebradero de cabeza desde que se empezaron a construir plantas. Se han enterrado en zonas controladas, incluso se ha probado a hundir en fosas marinas. Se llegó a barajar la posibilidad de enviarlos al espacio para alejarlos de nosotros. Y es que el material que queda procedente del proceso nuclear mantiene su radioactividad durante largo tiempo.
El plan de un equipo de científicos de la Universidad de Bristol parece más productivo, en un primer vistazo. Se trata de convertir los residuos nucleares en baterías. Pero no unas cualquiera. Serían baterías capaces de durar miles de veces lo que dura una de las convencionales. Una escala completamente distinta a la que estamos acostumbrados a ver.
La peligrosidad de los residuos nucleares ha servido como estímulos a los investigadores de la Universidad de Bristol. Pero este riesgo abstracto adquiere una dimensión más perentoria al examinar la situación del Reino Unido, sede del centro académico. La mayoría de centrales atómicas del país tendrán que ser desmanteladas en los próximos 15 años.
Desmantelar una central nuclear es un trabajo delicado. Tanto es así que ahora las tareas se apoyarán en robots de diferentes tipos. Estas máquinas autónomas o semiautónomas serán capaces de hacer tareas repetitivas bajo una alta radiación. Son trabajos nada deseables para una persona.
Si parte de este material que se desecha se puede aprovechar, tal y como apuntan los investigadores de Bristol, el beneficio es doble. El método descubierto se basa en el procesamiento de los isótopos de carbono-14.
Transformar los residuos nucleares en baterías
Los científicos extraen el carbono-14 de los residuos nucleares. Este isótopo es radioactivo, pero también está formado por el elemento que es la base del diamante. Y precisamente a este material es al que quieren llegar los investigadores.
El carbono-14 se obtiene de los residuos procedentes del grafito, presente como material para la reacción nuclear que tiene lugar en una planta. Los científicos calientan los residuos de grafito y logran desprender el carbono-14. Este se transforma en diamante mediante un juego de bajas y altas presiones.
Los diamantes que se obtienen generan una corriente eléctrica y los investigadores han desarrollado sensores de ultra bajo consumo para recolectar la energía que se desprende. Una forma de convertir los residuos nucleares en baterías.
