El proyecto piloto se está llevando a cabo en Burgos. De momento, los resultados son positivos, por lo que es probable que pronto se convierta en una actividad habitual en toda España.
Desde que el genial naturalista Félix Rodríguez de la Fuente propuso su aplicación hace más de 50 años en la Base Aérea de Torrejón de Ardoz, en Madrid, la cetrería ha sido imprescindible en muchos aeropuertos de todo el mundo. El primero en implementarlo fue el de Barajas, al que después han seguido otros, tanto dentro de España como de fuera de sus fronteras.
El objetivo es despejar el cielo de aves que puedan colisionar y entorpecer los vuelos. Las aves rapaces las ahuyentan: son sus depredadores naturales y su sola presencia basta. En concreto, se emplean varias especies de halcones y águilas, convenientemente adiestradas.
Esta es la práctica principal para mantener el ambiente seguro, aunque no es la única. También se utilizan aparatos que simulan su sonido, camiones de gas y pirotecnia.
¿Son necesarias estas medidas?
Quizá te preguntes si todo esto es necesario. Para los pasajeros, que desconocemos el funcionamiento interno de los aeropuertos, resultan medidas cuanto menos llamativas y quizá algo exageradas, más propias de un espectáculo que de una rutina profesional.
Sin embargo, lo cierto es que estas actividades sí son importantes, puesto que en diversas ocasiones un ave o varias de ellas han chocado contra un avión cuando éste estaba en el aire, produciendo un peligro serio para su estabilidad.
El caso más sonado es el que sucedió en 2009 en Nueva York con el vuelo 1549 de US Airways. Un piloto americano logró aterrizar una nave con 150 pasajeros a bordo sobre el río Hudson después de que dos gansos salvajes, de cuatro kilogramos cada uno, impactaran con las turbinas, inutilizándolas.
El sorprendente accidente trascendió a los medios y siete años después, en 2016, una película lo retrató para la posteridad. Sully, dirigida por Clint Eastwood y protagonizada por Tom Hanks, ahonda en este suceso real que se considera ya una hazaña histórica en la aviación comercial.
Aclarada la necesidad de revisar los cielos, volvemos al principio. Las rapaces son más eficaces que cualquier otra herramienta. Así lo han sido durante décadas… hasta ahora. Los modernos drones podrían ser sus perfectos sustitutos, mejorando sus ya buenos resultados. La idea es de AENA y está en fase de experimentación.
Tecnología al servicio de la seguridad
Pruebas en Burgos
Se trata de un proyecto piloto en el aeropuerto de Burgos, en colaboración con Canard Drones. El proyecto forma parte de la estrategia de innovación de la compañía, que ha decidido apostar por las posibilidades que ofrecen los drones para las labores de gestión y mantenimiento de los espacios.
Estas incluyen ahuyentar a las posibles aves, del mismo modo en que lo hacen ahora las aves rapaces, pero también revisar las infraestructuras, los pavimentos y los balizamientos.
De momento, han utilizado dos de estos pequeños dispositivos para realizar las pruebas, de las que las primeras impresiones son positivas.
Múltiples beneficios
De acuerdo con El Confidencial Digital, desde AENA consideran que esta decisión puede resultar más eficiente, al reducir el tiempo invertido en las tareas, obteniendo también, en algunos casos, mejores resultados. Además, es más sostenible, al sustituir no solo a las rapaces sino a los vehículos y las aeronaves que se encargan actualmente de las otras actividades de mantenimiento.
Si bien es pronto para establecer conclusiones definitivas, en AENA confían en que su experimento continúe por el buen camino y que el propio aeropuerto de Burgos, y otros de diferentes lugares, adquieran una flota de estas aeronaves no tripuladas como nuevos vigilantes. De ser así finalmente, sería un nuevo uso práctico que sumar a la amplia colección con la que cuentan ya estos vehículos voladores.
Imágenes: La Vanguardia, NoticiasYa y 24Matins.
