Antes de que se hablase de “audiolibros” es curioso cómo, si echamos la vista atrás, podíamos encontrar sin mucha dificultad artículos y debates sobre los eBooks. En concreto, sobre si los libros digitales serían capaces de “destronar” a los libros impresos e, incluso, entre las voces más dramáticas, si conseguirían terminar de una vez por todas con la literatura.
Mientras que los expertos se debatían en la forma y no en el fondo, otros tuvieron más visión y consiguieron dar con la clave de todo: Poco importa cómo disfrutemos de historias. Lo importante es seguir creándolas, compartiéndolas y disfrutando de ellas.
¿Por qué triunfan las series? ¿Cuál es el secreto de los programas tipo “Sálvame” que atrapan a miles de espectadores? ¿Qué hace que asistir al cine sea para muchos un acto de peregrinación casi religioso? ¿Por qué la radio tiene la capacidad de abstraernos y acompañarnos cuando sentimos que necesitamos escuchar algo? La respuesta a todos estas cuestiones la podemos resumir en una sencilla frase: porque el ser humano siente una pasión innata a la hora de descubrir historias. Y el formato, por mucho que les pese a los más “culturetas” o “puretas”, poco importa.
Libros electrónicos frente a la literatura impresa
Sí, este debate protagonizó una gran cantidad de portadas y de artículos de opinión: Que si los libros en formato digital iban a fomentar la piratería. Que si las editoriales cerrarían. Que si le había llegado el fin al papel.
Sin embargo, tal y como pasó con la radio y con la televisión, con el tiempo vimos que ambos formatos podían convivir y retroalimentarse perfectamente. Ni los libros eran una moda pasajera ni éstos suponían el fin de la literatura. De hecho, el año pasado y la situación de confinamiento, reafirmaron totalmente la necesidad de la literatura digital. Tal y como afirmaba El País recientemente “la plataforma eBiblio —la biblioteca digital pública, gestionada por Cultura y en colaboración con los servicios de bibliotecas de todas las comunidades autónomas, salvo País Vasco— descubren un crecimiento del 134% de libros prestados en 2020 respecto a 2019.” Esto supuso el préstamo de 3,6 millones de títulos “solo” en formato digital, sin contar los de formato físico.
Por lo pronto, podemos decir que, lejos de “acabar con la literatura”, lo que hace el formato digital es alentar y fomentar la afición por la lectura.
Servicios como Nubico, la plataforma digital de lectura, han servido para acompañar a muchos lectores durante los últimos años. Permitiendo no solo leer libros en dispositivos como los libros electrónicos, sino continuar la lectura tanto en el móvil como en el ordenador. Nubico ha permitido empoderar al usuario para que éste sea el que decida cuándo y cómo disfrutar de su libro. Tal y como ya hizo Movistar con la televisión a la carta o Spotify con la música.
De los podcasts a los audiolibros
Los podcasts también suponen otra de esas tendencias que nos encanta analizar. Aunque ahora están totalmente “de moda”, lo cierto es que mucha gente supo ver su potencial hace años, cuando se comprobó que los avances tecnológicos permitían a cualquier persona crear su propia “emisora de radio” desde casa. En este terreno, empresas como iVoox han visto cómo los podcasters crecían de forma descomunal con el paso de los años. Y por ello crearon una infraestructura que permitía a cualquier persona subir sus propios contenidos sin necesidad de contar con muchos conocimientos técnicos.
Pero, ¿cómo influía esto en la literatura? Precisamente el auge de los podcasts y el aumento de la inversión en estos formatos, que cada vez tenían más calidad y presupuesto, permitieron a muchos intuir el potencial que podría tener para la lectura.
Stortyel es solo una de las empresas que apostaron por ello y que centraron su estrategia de negocio en los audiolibros. Libros narrados por locutores y dobladores, e incluso, en muchas ocasiones, por los propios escritores. De esta forma, el usuario puede disfrutar de aquellos libros que siempre ha querido leer o que le llamen la atención a través de sus auriculares. ¿No es curioso cómo miles de años después, el boca-oído sigue siendo una herramienta más que potente para difundir historias? Aunque en el mercado anglosajón nos llevan años de ventaja en este aspecto, lo cierto es que en España cada vez son más las opciones entre las que elegir para disfrutar de audiolibros.