Criptomonedas y metaverso. Un matrimonio inseparable. Una relación de simbiosis en la que todos ganan. O dicho de otra forma, en un mundo virtual es necesaria una moneda virtual para comprar y vender cosas virtuales. Es algo en lo que expertos y medios de comunicación coinciden. Dos conceptos muy de moda por el dinero que se mueve a su alrededor y que, unidos para un mismo fin, pueden dar pie a mucho más dinero. Dinero real.
Todo el mundo habla de las criptomonedas. Monedas virtuales que se intercambian en Internet y cuyo valor sube o baja en función de las dinámicas del mercado virtual de intercambio. A pesar de su uso especulativo, criptodivisas como Bitcoin, Ethereum, Solana, Tether o Cardano son la solución perfecta para el metaverso. Un método de intercambio monetario que ofrece seguridad y privacidad gracias a su naturaleza basada en el cifrado y en la cadena de bloques.
Por su parte, cada vez se habla más del metaverso. Mundos virtuales en 3D que ofrecen una experiencia inmersiva gracias a la realidad virtual y/o la realidad aumentada. Y como todo mundo que se precie, físico o virtual, tendrá espectáculos y eventos en directo, tiendas y productos a la venta. Es decir, que podremos disfrutar de actividades, servicios y experiencias gratuitas pero también habrá un componente comercial. Y aquí las criptomonedas son ideales para que todo fluya.
En el metaverso todo se puede comprar
Para bien o para mal, en el metaverso se replican las dinámicas del mundo físico. A nivel económico, esto significa que en los mundos virtuales que se están creando, todo se puede comprar. O todo está por comprar. Y esto afecta al espacio virtual en el que se desarrollarán las actividades de los futuros usuarios. O de quienes ya caminan y se mueven por el metaverso desde sus hogares.
Mundos virtuales como los de Decentraland y The Sandbox, dos de los juegos blockchain más populares del momento, están viviendo una fiebre de inversiones en la que inversores de todas partes compran terrenos del metaverso. Y es que todo en el metaverso es un NFT, un token no fungible que tiene valor en sí mismo. A través de los propios juegos o de plataformas de compra y venta de activos NFT es posible adquirir un pequeño terreno virtual. Para construir tu propia casa o negocio virtual o simplemente para venderlo más adelante. Todo un mercado inmobiliario en auge en el que el espacio disponible es prácticamente infinito.
Si se invierte tanto en el metaverso es porque se le atribuye un valor real, un equivalente en dólares o euros. Pero como comentamos al principio, en el metaverso las transacciones se realizan principalmente a través de criptomonedas. Es más, los mundos virtuales antes mencionados tienen sus propias monedas virtuales. En The Sandbox, la moneda de cambio se llama SAND (arena en inglés). Y ni siquiera es una criptomoneda. Es un token. Ambos son igual de seguros y facilitan las transacciones virtuales. Por su parte, Decentraland utiliza la moneda virtual se llama MANA.
Personajes, ropa, medios de transporte, edificios completos o piezas de construcción… Cualquier elemento virtual con el que podamos interaccionar en el metaverso está a la venta en las tiendas o marketplaces de los mundos virtuales que poco a poco se van haciendo con el favor de los inversores. Según Forbes, en 2030, el valor de la economía global basada en el metaverso podrían moverse en 1’5 billones de dólares. Y esos intercambios se harán con criptomonedas.
Mundos virtuales para crear, explorar e intercambiar
Para ver más clara la simbiosis entre metaverso y criptomonedas pongamos de ejemplo Decentraland, un mundo virtual que a los más veteranos nos recuerda a experiencias pretéritas como Haboo o Second Life. Gracias a sus herramientas, podemos movernos por este mundo virtual y disfrutar de sus actividades o crear en él nuevas experiencias como escenarios, eventos o retos para los usuarios.
Pero no todo es gratis en Decentraland. Su moneda virtual, el token MANA, está valorado en 4.400 millones de dólares en capitalización de mercado. Todo esto gracias a que en este mundo virtual en 3D es posible comprar, vender e intercambiar elementos digitales como avatares, nombres, parcelas y terrenos, ropa para tus personajes, etc. Y a poco que te muevas por el metaverso, tarde o temprano necesitarás algún activo digital en forma de transporte, disfraz o avatar original.
La interacción social es uno de los pilares de todo mundo virtual. De ahí que cada cierto tiempo se sucedan eventos mundiales en los que podemos participar. Ciencia, cine, música… Hay muchas posibilidades. Además, ya se empiezan a ver actividades promovidas por marcas conocidas como Samsung. Y con la ventaja de que el desplazamiento por el metaverso es inmediato a diferencia del mundo físico.
En definitiva, el metaverso ofrece un sinfín de experiencias, vivencias, actividades y posibilidades basadas en servicios y elementos virtuales susceptibles de ser comercializados. Y para que estos intercambios sean tan ágiles como la propia interacción con el metaverso, las criptomonedas se muestran como la solución más adecuada.