En teoría, todo cuanto ocurre en Internet se rige por la ley. La duda suele estar siempre en qué legislación se aplica a determinado ámbito de Internet, ya que es habitual que la empresa que provee un servicio tiene sede en un país con determinada legislación y el usuario que tiene una queja vive en otro país con otra legislación. Pero por lo general, se suele encontrar una solución que beneficie al usuario. Aunque a veces beneficia a la empresa en cuestión. Con el metaverso sucede lo mismo. ¿Cuáles son las reglas del metaverso? ¿Quién o qué define esas reglas?
Empecemos por las reglas no escritas del metaverso. Las que definen qué es. Estas reglas dicen que solo hay un metaverso. Uno solo que ampara todos los universos virtuales o metaversos que hemos visto en artículos anteriores. Se supone que está abierto a todo el mundo. Que es abierto, accesible desde cualquier dispositivo y que nadie lo controla. Y en estos últimos puntos o reglas es donde reside la duda. ¿Si nadie controla el metaverso es un espacio virtual sin leyes aplicables?
En la práctica, todo resulta más sencillo que en la teoría. Aunque hablemos de mundos virtuales de reciente creación, detrás de ellos hay empresas que deben ceñirse a las leyes de sus países. De la misma forma que se suceden delitos en Internet que son denunciados y perseguidos por profesionales, en colaboración con fuerzas del orden de distinto alcance geográfico, el metaverso no tiene porqué ser diferente. Pero sí hay matices. Y precisamente los matices marcan las reglas del metaverso.
¿Nadie controla el metaverso?
Esta regla o máxima no escrita es una de las grandes promesas de lo que se ha venido a llamar Web3, la evolución de gran parte de Internet, una Internet que muchos critican por haberse vuelto demasiado corporativa y dependiente de grandes nombres como Meta (Facebook), Microsoft, Google o Apple. Y como el metaverso se va a sostener, a medio y largo plazo, en esa nueva Web3, se suelen confundir y mezclar los beneficios de uno y otro.
Afirmar que nadie controla el metaverso es algo exagerado. La razón de afirmar esto es que se basa en tecnologías de blockchain que, sobre el papel, deberían descentralizar lo que hacemos en Internet: comprar, enviar dinero, identificarnos en una web… Una infraestructura basada en blockchain, en principio, será más anónima y no dependerá de un único regulador o de unas pocas empresas que gestionen pagos, IDs de usuarios, etc.
Pero mientras llega la Web3, por el momento la realidad es la que es. El metaverso está formado por diferentes mundos virtuales que, a su vez, están respaldados y han sido creados por empresas. Puede que no sean las grandes empresas que mencioné antes, pero al fin y al cabo, se trata de servicios estancos operados por empresas. Y esas empresas aplican reglas al metaverso. O dicho de otra forma. Si vamos al final de la página oficial de cualquier metaverso actual, veremos que tienen los clásicos documentos de “privacy policy” (política de privacidad), “terms of use” (condiciones de uso) y “content policy” (política de contenidos). En algunos casos, incluso encontramos un documento adicional llamado “code of ethics” (código ético).
Los reflejos del mundo físico en el metaverso
Las promesas del metaverso son que permiten crear mundos virtuales interactivos en los que crear y mostrar contenido, movernos libremente empleando avatares virtuales, adquirir espacio virtual e intercambiarlo, construir y crear espacios digitales y mucho más. O lo que es lo mismo: podemos crear mundos virtuales sin las limitaciones físicas. Pero todo tiene sus límites.
Como indican medios especializados como Above The Law, aunque por el momennto no existen leyes específicas que regulen el metaverso, más allá de las reglas del metaverso que imponen sus propios creadores, sí hay leyes que se aplican a todo lo que vemos en Internet. Es decir, que las reglas no escritas que vimos antes hablan de libertad, acceso abierto y demás ventajas técnicas. Pero, en la práctica, tendrá sus limitaciones legales.
Volviendo a los documentos que toda empresa de Internet debe hacer constar en su página oficial, las leyes que se aplican al metaverso, por ahora, son similares a las que podemos encontrar en otros productos y servicios online: copyright y propiedad intelectual, contratos, leyes antidifamación… A esto tenemos que incluir las legislaciones más recientes relacionadas con la protección de datos y de la privacidad de los usuarios.
Al igual que Internet es una red de redes de acceso público y abierto, en la que conviven contenidos y servicios de individuos, organizaciones públicas, organismos públicos y, especialmente, empresas de toda índole, en el metaverso se van a reproducir dinámicas similares mientras esperamos a que se apliquen al 100% las tecnologías blockchain que descentralicen la Internet actual.
En resumen, sea quien sea quien marque las reglas del metaverso, o de su parcela virtual, esas reglas deberán cumplir con la legislación del mundo que nos rodea. Privacidad, copyright, condiciones de uso y demás normas públicas o privadas que todos aceptamos, las conozcamos o no, cuando nos damos de alta o contratamos cualquier cosa en Internet.