Las claves para aplicar con éxito el modelo de aula invertida o flipped classroom

En la educación tradicional, el alumno asiste a clase, en una ubicación física, escucha la explicación del profesor, etc. Con los años, esta dinámica ha evolucionado, con más o menos cambios según el ciclo educativo. Más participación, más interacción, introduciendo elementos tecnológicos que promueven el trabajo en casa… Y entre las propuestas que quieren cambiar el modelo clásico por completo, destaca la idea de aula invertida o flipped classroom.

Su propósito es combinar el tiempo dentro y fuera del aula. Fuera del aula, el alumno se familiariza con el material de estudio empleando métodos más o menos tecnológicos. Luego, en clase, se pone en práctica lo aprendido en casa mediante actividades participativas en las que el profesor guía al alumno, que es quien tiene el papel principal. Pero como toda iniciativa que quiere cambiar lo anterior, para que fructifique es necesario aplicarla correctamente.

Que el alumno venga preparado de casa y dedique tiempo al estudio requiere mucho esfuerzo por parte de alumnos y profesores. Que las actividades en clase sean participativas y empujen al alumno a participar, también requiere que ambas partes se impliquen. En definitiva, ¿cuáles son las claves para que el modelo de aula invertida o flipped classroom funcione correctamente?

La flipped classroom facilita la participación activa del alumno
Fuente: Brand Factory Telefónica

Implicación constante

Si el modelo de aula invertida o flipped classroom promueve el aprendizaje activo por parte del alumno y su participación activa en clase, esto significa que tiene que poner de su parte para que el sistema funcione. Para empezar, el alumno debe dedicarle tiempo a la materia de estudio fuera del aula. Para ponérselo fácil, el educador puede jugar con el calendario, dar un margen de tiempo suficiente, no saturar con excesivo contenido, dejar que el alumno gestione su tiempo, etc. Este primer pilar es básico para que el resto del proceso vaya bien.

Y es que una vez en el aula, el alumno debe venir preparado tras haber consultado el material de estudio. Está claro que puede tener dudas, preguntas o no haber entendido algo. Pero si obviamos esa preparación previa, el alumno no podrá participar en clase y aprovechar así el modelo mixto que propone el aula invertida.

En cualquier caso, la participación activa en clase también se hace imprescindible. Plantear dudas, pedir al profesor que resuelva problemas o complemente el material de estudio son actividades ideales para tratar en el aula junto a otras actividades en las que el alumno participe de manera activa y no simplemente preguntando al educador.

El modelo de aula invertida combina presencialidad y online
Fuente: Brand Factory Telefónica

Comunicación permanente

Una de las ventajas de este modelo de aprendizaje es que el aula invertida o flipped classroom es adaptable. Característica que debe tener cualquier modelo educativo hoy en día. En una realidad tan voluble, resulta necesario adaptar el proceso de estudio a las necesidades del alumno o que requiera el momento. Y lo mismo en el aula invertida, tanto en su versión online como en la presencial. Pero para que se produzcan cambios se deben detectar los problemas a tiempo. Y aquí es donde entra la comunicación.

Aunque la educación online tiene cierto grado de independencia para el alumno, no se le puede dejar toda la responsabilidad a él. El educador tiene que estar en comunicación, activa o pasiva, para conocer el trabajo realizado por cada alumno, los problemas con los que se ha encontrado… Facilitar distintas vías de comunicación, plantear dudas y preguntas vía foro, mensajería instantánea o por correo electrónico, resulta de vital importancia para detectar diferencias entre alumnos y lograr que todos logren sus objetivos.

Las tutorías online, los cuestionarios o la simple observación de las actividades realizadas en clase son otros recursos que profesorado y alumnos tienen en su mano para detectar un problema. Siempre estamos a tiempo de cambiar un material de estudio, aportar nueva materia de consulta a determinado alumno o asesoramiento personalizado. Pero en ocasiones es más complicado detectar esa necesidad que satisfacerla.

El modelo de aula invertida o flipped classroom debe sacar lo mejor de alumno y profesor
Fuente: Brand Factory Telefónica

Flipped classroom, enseñanza a la carta

Uno de los elementos que suele afectar a la implicación del alumno es que lo que se quiere enseñar no se hace con las actividades y el material adecuados. De ahí la necesidad de conocer, por un lado, los intereses y dificultades de cada alumno. ¿Qué quieren aprender? ¿Qué aspectos de la materia de estudio son los más relevantes? ¿Hay algo que podamos obviar para hacer las clases más ligeras? ¿Qué lecturas son las más adecuadas? ¿Con qué podemos complementar esas lecturas? ¿Material audiovisual? ¿Actividades online?

Por suerte, contamos con infinidad de recursos multimedia y tecnológicos que facilitan la transmisión de conocimiento. Incluso podemos jugar con elementos de gamificación o edutainment, dos propuestas que introducen el juego y el entretenimiento como excusa para enseñar cualquier tema de una manera más atractiva que simplemente recomendando páginas y páginas de datos e información.

En resumen, el modelo de aula invertida o flipped classroom da más trabajo que el modelo tradicional. El alumno debe involucrarse en el proceso de adquirir conocimiento, procesar el material de estudio, asimilar el contenido y aplicarlo en actividades prácticas. Y, por su parte, el profesor debe facilitar contenido adecuado, detectar problemas en cada alumno, motivarlos y, en definitiva, lograr que toda la clase participe y aprenda. Nadie dijo nunca que fuera fácil pero tampoco que sea imposible.

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