Dispositivos móviles: los nuevos detectores de signos vitales

Cuando surge el tema de la tecnología y la salud, tarde o temprano alguien saca a colación el tricorder de Star Trek. Era un dispositivo que hoy asociamos directamente a un smartphone y que hacía muchas funciones. Las que usaban los médicos y sanitarios, el tricorder médico, servía para obtener información sobre los signos vitales del paciente. Un dispositivo que apareció en una serie televisiva de la década de los 60 del siglo pasado. Y que hoy muchos llevan en la muñeca o en el bolsillo. Y es que su equivalente actual, y real, está al alcance de cualquiera.

Hace no mucho, conocer signos vitales como el pulso, la presión arterial, la frecuencia respiratoria, la temperatura corporal o el oxígeno en sangre, eran datos de vital importancia pero que solo podía obtener un profesional de la sanidad. Poco a poco fuimos integrando en nuestros hogares termómetros, analógicos y luego digitales, tensiómetros portátiles a pilas y otros aparatos por el estilo que servían para que el propio paciente controlase sus signos vitales.

El último paso, o la última frontera, hablando de Star Trek, es que llevemos puestos unos dispositivos móviles, también llamados wearables o ponibles, que nos dirán si nuestros signos vitales están en unos parámetros correctos. Y en caso contrario, nos avisan si deberíamos contactar con un médico lo antes posible.

Controlar nuestros signos vitales son una manera eficaz de prevenir futuras enfermedades
Los dispositivos móviles son una ayuda más para cuidar nuestra salud

El reloj que vigila tus signos vitales

Marcas como Fitbit, Amazfit, Garmin, Samsung, Xiaomi o Apple cuentan con pulseras o relojes inteligentes que permiten obtener información sobre dónde hemos estado, si hemos realizado actividad física. Y, lo mejor de todo, nos brindan datos sobre nuestros signos vitales. Y a unos precios competitivos que un profesionalidad de la salud no hubiera podido imaginar hace unas pocas décadas.

La tecnología de la salud siempre ha sido costosa. Pero la miniaturización y el abaratamiento de los chips y sensores que hacen posibles los dispositivos ponibles o wearables, los ha convertido en un habitual. Es frecuente verlos en las muñecas tanto de deportistas como de personas que quieren vigilar su salud. Y lo más importante. Los datos obtenidos son tan fiables como los que podemos obtener con pesadas y costosas máquinas que todavía encontramos en hospitales o en consultas médicas.

Dejando claro que los profesionales de la medicina son insustituibles, los dispositivos móviles que permiten monitorizar signos vitales se han convertido en una gran ayuda. Un aliado para millones de personas con enfermedades o condiciones crónicas, de elevada edad o, simplemente, que están preocupados por sus constantes o signos vitales y no quieren saturar los centros médicos realizándose chequeos cada pocos días. Un complemento que puede avisarnos de una arritmia o de un problema similar a tiempo para acudir a un centro sanitario para ser atendidos. En situaciones en las que un minuto más o menos puede ser crucial.

Quién sabe si en el futuro disfrutaremos de este tipo de aparatos inalámbricos para monitorizarnos. En casa o en el hospital, en vez de las todavía habituales, e imprescindibles, máquinas que emplean cables y ventosas y que muestran datos o gráficas difíciles de entender para quien no es profesional de la salud. Por el momento, ambas tecnologías conviven. Cada una en su ámbito. Y por descontado, con la siempre inestimable supervisión de un profesional que sabrá decirnos cómo proceder a partir de los datos obtenidos.

Los Apple Watch monitorizan tus signos vitales para guardarlos, procesarlos y compartirlos
Los dispositivos Apple Watch monitorizan varios de los signos vitales más importantes. Fuente: Apple

El ejemplo de Apple

El sector de dispositivos ponibles dio sus primeros pasos enfocado a un público que practicaba deporte y ejercicio. Pero marcas como Apple vieron de inmediato que podían ir más allá y cubrir un amplio espectro ofreciendo un dispositivo que sirve para deportistas pero también para cualquiera que se preocupe por su salud. Y eso alcanza, o nos debería preocupar, a todos.

El Apple Watch, sin ir más lejos, salió al mercado en la primavera de 2015. La primera versión ya contaba con un sensor de ritmo cardíaco. Según la Organización Mundial de la Salud, la principal causa de muerte no transmisible en el mundo es la cardiopatía isquémica. Seguida por los accidentes cerebrovasculares. Ambos pueden ser detectados, de manera directa o indirecta mediante alteraciones en el ritmo cardíaco. Desde entonces, las distintas actualizaciones del Apple Watch han ido incorporado nuevos y más sofisticados sensores para monitorizar nuestros signos vitales.

La versión más reciente del Apple Watch, en el momento de escribir estas líneas, tiene como lema “progresa saludablemente”. Y trae consigo toda clase de sensores. Sensores que sirven para medir la temperatura corporal, detectar accidentes y/o caídas accidentales, controlar las fases del sueño, medir el oxígeno en sangre, monitorizar el ciclo menstrual y obtener datos en tiempo real de la frecuencia cardíaca. Es más. Desde las primeras versiones de este reloj inteligente, los datos obtenidos se pueden gestionar desde la aplicación Salud y compartirla con nuestro médico. Y en la versión más reciente, se ha incluido una aplicación para recordar qué medicinas debemos tomar, y con qué frecuencia.

Está por ver qué nuevos signos vitales podrán monitorizar las futuras versiones del Apple Watch y de otros dispositivos de otros fabricantes. Lo que está claro es que gracias a estas tecnologías, cada vez más asequibles para el bolsillo medio, cualquier persona puede obtener información sobre su salud. Y a diario. Una manera de complementar los chequeos anuales y una importante medida de precaución ante un susto o imprevisto antes de que sea demasiado tarde. Para todas las edades y para todas las condiciones físicas y de salud.

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