La inteligencia artificial (IA) ha avanzado a pasos agigantados, superando a los humanos en diversas tareas y procesamiento de datos. Sin embargo, evaluar su inteligencia con un test de inteligencia (IQ) diseñado para personas plantea múltiples desafíos. ¿Realmente es posible medir la inteligencia de la IA con parámetros creados para el cerebro humano? En este artículo, exploraremos las limitaciones de estas pruebas. Especialmente, los sesgos que distorsionan los resultados y la necesidad de desarrollar nuevas métricas para evaluar la capacidad real de la IA.
Evaluar la inteligencia artificial (IA) mediante un test de inteligencia (IQ) diseñado para humanos es inadecuado debido a las diferencias fundamentales entre la inteligencia humana y la artificial.
El coeficiente intelectual se creó para medir habilidades cognitivas humanas específicas. Por ejemplo, el razonamiento lógico, la comprensión verbal y la memoria a corto plazo. Estas pruebas están contextualizadas en experiencias y conocimientos humanos. En este sentido, al aplicarlas a sistemas de IA puede generar resultados engañosos.
Limitaciones de los test de inteligencia para evaluar la IA
Los test de inteligencia están diseñados para evaluar capacidades humanas en contextos humanos. La IA, por su naturaleza, procesa información de manera diferente, basándose en algoritmos y grandes volúmenes de datos. Por ejemplo, una IA tiene la capacidad de resolver problemas matemáticos complejos en fracciones de segundo, superando la capacidad humana en ese aspecto. Sin embargo, carece de comprensión emocional o contexto cultural, aspectos que las pruebas de IQ suelen considerar. Por lo tanto, utilizar estos test para medir la inteligencia de una IA no refleja con precisión sus capacidades reales.

Sesgos en los test de inteligencia aplicados a la IA
Los test de inteligencia contienen sesgos inherentes, ya que están basados en experiencias y contextos humanos. Al aplicarlos a la IA, estos sesgos generan resultados distorsionados (Cevora, 2019). Además, las IA tienen la capacidad de memorizar y procesar grandes cantidades de datos. En consecuencia, les permite identificar patrones y respuestas correctas sin una comprensión real del problema. Esto puede llevar a que una IA obtenga puntuaciones altas en una prueba de IQ sin poseer una inteligencia comparable a la humana.
Un estudio reciente demostró que al modificar las opciones de respuesta en pruebas estándar, reemplazando las respuestas correctas por «ninguna de las anteriores», la precisión de las IA disminuyó significativamente. Por lo tanto, esto evidencia su dependencia de patrones preestablecidos en lugar de un razonamiento auténtico (El País, 2025).
Diferencias entre la inteligencia humana y la inteligencia artificial
La inteligencia humana es producto de procesos cognitivos complejos que incluyen emociones, conciencia y experiencias subjetivas. Los humanos se adaptan a nuevas situaciones, improvisan y toman decisiones basadas en valores y contextos sociales (Yampolskiy, 2020). En contraste, la IA opera mediante algoritmos predefinidos y aprendizaje automático. Aunque analiza datos y reconoce patrones con gran eficiencia, su comprensión es limitada al ámbito de su programación y datos de entrenamiento.
Por ejemplo, un humano puede interpretar el sarcasmo o el humor en una conversación; sin embargo, una IA podría no captar estos matices sin datos específicos que la guíen.

Necesidad de nuevas métricas para evaluar la inteligencia artificial
Dada la naturaleza distinta de la inteligencia artificial, es imperativo desarrollar métricas específicas que evalúen sus capacidades de manera precisa. Estas métricas deberían considerar aspectos como la eficiencia en el procesamiento de datos, la capacidad de aprendizaje autónomo, la adaptabilidad a diferentes tareas y la habilidad para colaborar con humanos en la resolución de problemas.
Algunos investigadores proponen evaluaciones basadas en la capacidad de una IA para adquirir habilidades en diversos entornos, lo que reflejaría una forma más auténtica de inteligencia artificial (Chollet, 2019). Implementar estas métricas resultaría en una comprensión más profunda del potencial y las limitaciones de la IA. En consecuencia, facilitando su integración efectiva en diferentes ámbitos de la sociedad.
Lo que comprendemos de la IA y el IQ
En resumen, aplicar test de inteligencia humana para evaluar la inteligencia artificial es inadecuado y puede conducir a interpretaciones erróneas. Reconocer las diferencias fundamentales entre la inteligencia humana y la artificial es esencial para desarrollar herramientas de evaluación apropiadas. Al establecer métricas específicas para la IA, podremos medir con precisión sus capacidades y limitaciones. De esta manera, promover un desarrollo tecnológico que complemente y potencie las habilidades humanas en lugar de intentar replicarlas.
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