La mejora de la tecnología a escala molecular es imprescindible para garantizar el progreso de la biomedicina. Científicos de Estados Unidos han desarrollado una revolucionaria metodología, que permitiría acelerar el estudio del cerebro.
El conocimiento sobre el cerebro sigue siendo uno de los misterios más intrigantes para la investigación actual. El protagonismo de la neurociencia a día de hoy es indiscutible, e iniciativas como la conocida Human Brain Project prometen desvelar algunos de los secretos de este órgano tan complejo.
Conocer el cerebro no sólo es importante para la investigación. Entender su fisiología también nos ayudará en el futuro a mejorar el entendimiento de algunas de las enfermedades más terribles, como el mal de Alzhéimer o el Párkinson, cuya diana de acción se sitúa precisamente en el cerebro.
Saber más acerca de nuestro principal órgano permitirá, por tanto, ayudarnos en la comprensión de algunos síndromes de tipo neurodegenerativo, y otro tipo de enfermedades, como algunos tumores agresivos que afectan directamente al cerebro.
La investigación de la próxima década, por lo tanto, no sólo buscará nuevos resultados científicos que apoyen estos avances. La necesidad de novedosas técnicas moleculares es imperiosa, pues con ellas lograremos hacer que progresen de manera simultánea la neurociencia y la biomedicina.
Una «navaja suiza molecular» para capturar el ARN de células individuales
En ese sentido, resulta llamativa la nueva investigación realizada por científicos de la Universidad de Pennsylvania, publicada en la prestigiosa revista Nature Methods. Sus resultados han permitido la creación de una especie de navaja suiza a nivel molecular, capaz de captar en sus extremos moléculas de ARN de células nerviosas individuales.
Los tejidos que forman nuestro cuerpo están formados en general por complejos tipos celulares, por lo que el estudio del cerebro se complica mucho si entendemos que el abordaje ha de realizarse a diferentes niveles. Cada nivel, a su vez, presenta una complejidad importante, dependiendo de las diferentes células que lo compongan.
La identidad y funcionalidad de cada tipo de célula (también de las de nuestro cerebro) depende en buena parte del ADN presente en su núcleo. Este a su vez debe transcribirse en ARN, que portará la información necesaria para construir las proteínas.
Capturar el ARN celular permitiría, por tanto, saber más acerca del trabajo individual que realiza cada célula en la gran maquinaria que es nuestro cerebro. Por este motivo, la navaja molecular creada en Estados Unidos podría ser usada en intervenciones quirúrgicas del cerebro, como en el caso del tratamiento de determinados tumores.
La técnica, conocida como TIVA (transcriptome in vivo analysis), ayudaría a que los médicos analizaran en directo las células de una determinada parte del cerebro que está siendo operada. Este avance resulta espectacular, ya que normalmente las células deben ser extraídas y procesadas para ser estudiadas.
La propuesta norteamericana, sin embargo, permitiría conocer un poco más sobre las neuronas de una zona específica del cerebro, sin tener que dañar las conexiones nerviosas. Como vemos, el avance de la tecnología en la escala molecular también resulta fundamental para garantizar el progreso de la biomedicina.
Imágenes | Euskalanato (Flickr), ZEISS Microscopy (Flickr), UPenn