Un reciente estudio presentado por dos científicos de la Universidad de Indiana muestra que, en ocasiones, para alcanzar soluciones más eficientes es mejor estar rodeado de imitadores que de innovadores
Los científicos cognitivos Robert Goldstone y Thomas Wisdom de la Universidad de Indiana han publicado un estudio en el que muestran cómo los ambientes donde hay un gran número de imitadores y pocos innovadores son más aptos para alcanzar soluciones más eficientes a los problemas planteados.
Para llegar a esta conclusión, los autores estudiaron la dinámica, las ventajas y las desventajas del aprendizaje social (que viene de observar el mundo e imitar a otros). Hoy en día, se suele poner mucho énfasis en ser innovador y buscar ambientes altamente creativos. No obstante, este estudio ha dado como resultado que en los ambientes con un gran porcentaje de imitadores se obtenían mejores resultados que en los de los innovadores.
Para innovar no sólo es útil imitar a otros, ser imitado también lo es
Los imitadores normalmente mejoran la solución original dada por el innovador, y esto puede ser adoptado tanto por el resto de imitadores como por el innovador inicial. Es una relación win-win que se puede observar tanto entre los humanos como en la naturaleza.
Según Goldstone “este tipo de dinámicas se encuentran en situaciones en las que hay buenas ideas, pero es muy difícil encontrar una solución de manera individual sin ayuda. Si estás trabajando en el campo de la medicina, desarrollas software o eres artista, donde hay muchas ideas con un gran potencial, es bueno estar rodeado de imitadores”.
En la naturaleza nos encontramos por ejemplo a las golondrinas de los acantilados que viven en grandes grupos. Cuando uno de los miembros del grupo, el innovador, encuentra comida (insectos), avisa al resto del grupo para que le acompañe. La razón por la que hacen esto es debido a que el innovador obtiene un beneficio al avisar al resto de la bandada. Las golondrinas imitadoras actúan como rastreadoras y alcanzan una mayor área, algo que para un individuo en solitario sería imposible. Por lo tanto, cuantas más golondrinas se unan, más insectos podrán encontrar.
Esto mismo lo podemos encontrar en los negocios y en la tecnología. En el hardware podemos ver la enorme variedad de smartphones que inundan el mercado, en que se copian unos a otros las innovaciones que van lanzando.
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Las comunidades de código abierto serían otro ejemplo de esto. Los desarrolladores comparten su trabajo para que otros lo imiten y mejoren de forma que ellos mismos puedan disfrutar de los progresos. En el campo del arte también se observa esta tendencia. A partir de una innovación sustancial, van surgiendo innumerables variaciones que hacen a la cultura mucho más rica.
Las áreas de coworking que se han popularizado en los últimos años, son, según lo explicado, un buen lugar para el emprendedor. Gracias a las aportaciones del resto de coworkers se pueden llegar a alcanzar soluciones más eficientes para cada uno de los proyectos implantados.
Los imitadores, además de los beneficios que generan al mejorar las innovaciones, actúan como una especie de memoria cultural. Ayudan a recordar la forma más efectiva de hacer las cosas. Sin los imitadores deberíamos estar constantemente redescubriendo.