Los avances de la robótica permiten hoy en día que existan miembros artificiales con un alto grado de optimización en lo que respecta a su funcionamiento.
Tras conocer varios casos de personas con implantes biónicos se puede decir que los miembros artificiales son hoy una realidad. Cierto es que habitualmente se trata de piezas robóticas con un precio alto o en fase de experimentación (si bien, bastante avanzada), pero su sofisticación ha alcanzado un nivel que se traduce en utilidad. Manos que pueden agarrar objetos con precisión, tales como una lata de refresco o un plato, o piernas cuyo movimiento se adapta a la forma de andar del usuario constituyen desarrollos portentosos, llamados a mejorar sustancialmente la vida de quienes han sufrido amputaciones.
“Definimos biónica como utilizar la biomecánica al menos para emular las funciones biológicas”, comenta Hugh Herr, que lidera el grupo de investigación de Biomechatronics en el MIT Media Lab, añadiendo a continuación: “y puede que algún día vayamos más allá de las funciones biológicas”. Su trayectoria es un reflejo exacto del éxito de sus investigaciones, pues Herr ha comprobado los resultados consigo mismo.
En 1982 se perdió cuando escalaba el monte Washington. Junto a un compañero permaneció tres días en medio de la niebla y el frío hasta que llegó el equipo de rescate. Para entonces las bajas temperaturas habían maltratado a los dos escaladores, a Herr tuvieron que amputarle ambas piernas y a su compañero una. El futuro investigador supo ver esta circunstancia como un reto y con enorme entereza se propuso buscar soluciones a su discapacidad, así como a la de otras personas.
Hoy en día construye piernas biónicas que están pensadas para emular las funciones de los músculos que ya no están. Estos implantes trabajan en sintonía con los tejidos musculares que el usuario todavía conserva y que son los que proporcionan energía para mover estos miembros artificiales.
La precisión en la forma de andar, subir escaleras o bajar una pendiente es tal que los investigadores han emprendido nuevos retos. Uno de ellos ha cristalizado en la profesora de danza Adrianne Haslet-Davis, que perdió parte de su pierna en los atentados de Boston del pasado año. Se llevó una gran ovación cuando bailó en el escenario de las conferencias TED 2014 con un implante robótico, era la primera vez que lo hacía desde las explosiones.
El equipo de Herr invitó a bailarinas al laboratorio para conocer cómo se producen los movimientos y prever cómo trabajan los músculos. El resultado fue que Haslet-Davis ha podido volver a bailar. Los miembros artificiales están unidos a los músculos del cuerpo por una piel sintética para facilitar la adaptación, mientras que su control se produce mediante chips integrados, que identifican los movimientos reflejo de los músculos reales.
Otro de los proyectos involucrados en la creación de miembros artificiales es BeBionic, que en este caso trabaja con brazos. Según sus creadores, esta mano es la más avanzada del mundo que está disponible comercialmente. En los vídeos de demostración se puede apreciar la delicadeza a la hora de agarrar objetos y el múltiple uso que hace de los dedos. Entre las tareas que permite este implante biónico están manejar el ratón, abrir una puerta e incluso teclear de forma básica.
http://www.youtube.com/watch?v=NDssck7oq7k