El gran experimento biológico que tuvo lugar en la década de los años 90 en EE.UU. fue un fracaso. Sin embargo, se pueden extraer algunas conclusiones que deberían servirnos de aviso para el futuro.
Entre finales de los 80 y principios de los 90 del siglo pasado tuvo lugar un experimento científico de repercusión mundial. Con un presupuesto de 200 millones de dólares, el proyecto Biosphere 2 buscaba ahondar en el conocimiento sobre colonias autosuficientes con el fin, entre otros, de preparar una hipotética y futura expedición espacial. El nombre de Biosphere 2 fue dado porque sus promotores querían que fuera la segunda biosfera autorregulada conocida después de la propiaTierra.
En el desierto de Arizona, cerca de Tucson, se instaló este complejo que ocupaba una superficie total de 1,27 hectáreas cubiertas con una estructura de tuberías y cristal que lo aislaba completamente del mundo exterior. Con estas dimensiones se convirtió en el mayor ecosistema cerrado jamás construido.
Biosphere 2 albergaba diferentes hábitats: una selva que ocupaba 1.900 metros cuadrados; un océano de 850 m2 que incluía un arrecife de coral; un manglar de 450 m2; la sabana con 1.300 m2; un desierto de 1.400m2 y tierras cultivables con una superficie de 2.500 metros cuadrados. Además había un área dedicada al hábitat humano con alojamientos, oficinas e instalaciones técnicas.
Aunque hubo pequeños experimentos previos de pocos días de duración, la gran prueba duraría dos años. Se seleccionó una tripulación formada por ocho personas y estuvieron aislados desde el 26 de septiembre de 1991 hasta el 26 de septiembre de 1993.
Los problemas surgen al poco del inicio del experimento
Durante esta misión aparecieron diversos problemas biológicos con los que hubo que lidiar. La producción de alimentos no fue nunca suficiente para alimentar a la tripulación, y prácticamente durante todo el tiempo que permanecieron aislados, tuvieron una continua sensación de hambre.
Otro problema aún más grave fue la alarmante caída de los niveles de oxígeno que se produjo, pasando de un 20,9% hasta un 14,5% en 16 meses. Esto obligó a que en un momento dado se tuviera que romper el aislamiento exterior para transferir O2 desde fuera de la biosfera. Este problema se produjo por un tiempo inusualmente nublado que redujo la fotosíntesis y por un diseño poco acertado de la estructura exterior que bloqueaba significativamente la luz solar. Posteriormente, también se culpó a la aparición de microbios que proliferaron en exceso y consumieron gran parte del oxígeno.
Frente a los grandes retos y avances que se alcanzaron en el campo de la ingeniería y de la biología, quizás lo más destacado del experimento fueron las conclusiones referentes al campo psicológico. Los ocho integrantes de la expedición estuvieron aislados en la infraestructura durante dos años; fue al poco tiempo de iniciarse cuando aparecieron los primeros enfrentamientos que dividieron la tripulación en dos grupos.
Tras esta primera expedición, otro grupo de investigadores se aislaron en la estructura, pero un sabotaje por parte del equipo del primer experimento obligó a cancelar esta nueva expedición. A partir de entonces no hubo más intentos de repetir un asilamiento en Biosphere 2 y en la actualidad es un centro semirruinoso que trata de ser rentable con el turismo y siendo el laboratorio del cambio climático de la Universidad de Arizona.
Las conclusiones que se pueden extraer de Biosphere 2 pueden ser de gran valor para los científicos, desde la vertiente de la exploración espacial, sobre todo ahora que están en auge los experimentos y propuestas para llevar al hombre a Marte. Por un lado, se aprendió que pequeños cambios en un microclima tienen grandes repercusiones sobre el resto de variables. Estos entornos cerrados son altamente vulnerables a cualquier evento no previsto.
Jane Poynter, una de las investigadoras que formó parte de la primera expedición comentó: “en la Biosphere 2 entendí completamente el gran impacto que tenía en la biosfera, cada día, y esto me impactó mucho, mucho, literalmente”. También para el estudio del cambio climático, las conclusiones del experimento son muy interesantes a la vez que nada halagüeñas.
Conclusiones psicológicas
Por otro lado, se aprendió mucho sobre la psicología del ser humano en situación de aislamiento. Los conflictos surgidos, podrían reproducirse con cierta seguridad en un viaje tripulado a Marte, sobre todo en situaciones de estrés y sin la posibilidad de salir en caso de extrema necesidad, al contrario que ocurría en Biosphere 2.
En noviembre de 2011 terminó el experimento MARS500, en el que se aisló durante 500 días a siete tripulantes que recrearon en un laboratorio de Moscú un viaje de ida y vuelta a Marte. Los resultados fueron muy satisfactorios según los científicos, pero como alguna voz crítica señaló, en situaciones de estrés en un viaje real a Marte los tripulantes no actuarían como en un laboratorio en la Tierra, un entorno controlado del que podrían ser evacuados en cuestión de minutos ante cualquier eventualidad.
La última gran propuesta de viaje a Marte es Mars One, viaje sin previsión de retorno para el que se están seleccionando candidatos de todo el mundo. Pese a lo improbable de dicha aventura, el equipo de seleccionadores deberá tener en cuenta las conclusiones de Biosphere 2 para preparar a la tripulación que manden a Marte.
Conclusiones medioambientales
Los grandes cambios que se están produciendo en la actualidad en la atmósfera terrestre (nuestra biosfera), podrían ser una réplica a gran escala de lo que pasó en Arizona. En aquel caso, fue posible corregir las condiciones transfiriendo oxígeno desde el exterior. En nuestro caso, no tenemos una biosfera superior que nos permita corregir los cambios que estamos provocando en la Tierra.