En nuestra sociedad se habla de lo importante que es ser multitasking o multitarea. ¿Puede nuestro cerebro hacer varias cosas a la vez?
Llegas a la oficina tras el madrugón diario, los dos atascos y el sueño pegado en las pestañas. Sobre tu mesa, tres informes para leer antes de la reunión de las 9:30 h, a la que tendrás que llegar habiendo consultado antes los correos electrónicos que se acumulan en la bandeja de entrada. Llamadas, interrupciones a la puerta del despacho y nuevos problemas que se avecinan prometen poner en un lío a tu cerebro. ¿Serás capaz de ser multitasking o multitarea y poder con todo durante la jornada? ¿Qué dice la ciencia?
La atención es una de las funciones cognitivas más importantes de nuestra mente. El cerebro recibe miles de estímulos a diario, y necesita ser capaz de discernir lo que es importante y lo que no: focalizarnos en una tarea, y ‘dejar pasar’ otras señales no tan importantes. Es imposible que estemos atentos a todo durante todo el rato.
¿Es factible realizar dos o tres tareas al mismo tiempo con la máxima eficiencia posible? Nuestro cerebro, para optimizar su rendimiento, no es capaz de ser multitarea. Un informe realizado por el Consejo Nacional de Seguridad de Estados Unidos lo dice claramente: ser multitasking es un mito.
El cerebro, para ser capaz de hacer dos tareas, debe secuenciar y priorizar su realización. Es decir, primero considerará una actividad, y luego hará la otra. Si queremos tratar de llevar a cabo dos ejercicios a la vez (como por ejemplo, conducir y hablar por teléfono, o mirar el correo electrónico y atender una visita), la mente ordenará su realización, concentrando distintos grados de atención en fases separadas y diferentes.
Entre esas etapas, el cerebro necesita un tiempo de reacción específico para poder cambiar de una tarea a otra. Este espacio temporal puede no ser fundamental si estamos leyendo informes y miramos el correo electrónico a la vez, sin embargo, es crucial cuando estamos conduciendo. Un pequeño despiste, de apenas segundos, puede costarnos la vida. Este ‘despiste’, más conocido como interferencia, ha sido estudiado por múltiples investigaciones neurocognitivas.
En un trabajo realizado por científicos de la Universidad Carnegie Mellon de Estados Unidos y la Universidad de Groningen, se analizó si se podían optimizar las decisiones entre dos tareas para así reducir el tiempo de interferencia y adaptarnos mejor a esa utopía llamada multitasking.
Su investigación, publicada en PLoS One, mostró que la mayoría de participantes eran sensibles a los efectos de la interferencia. Un entrenamiento adecuado también ayudó a que fueran capaces de secuenciar las tareas (en lugar de realizarlas simultáneamente), para así optimizar su eficiencia.
Tal vez en lugar de pensar en ser multitasking, deberíamos considerar ser más ordenados a la hora de realizar nuestras actividades: secuenciarlas en orden de importancia y tratar de que sean ‘consecutivas’ puede permitirnos ser mucho más eficaces. Para ello, diversas aplicaciones y servicios pueden ser de gran ayuda a la hora de gestionar y organizar las tareas pendientes.
Imágenes | Willy66 (Pixabay), Ryan Ritchie (Flickr), Geralt (Pixabay)