Científicos de la Universidad de Cambridge han empleado la nanotecnología para mejorar la capacidad de almacenamiento de los hologramas. Sus resultados han sido publicados en la revista PNAS.
Los primeros hologramas fueron creados por el físico e ingeniero Dennis Gabor. La técnica de la holografía consiste en «grabar» con un rayo láser sobre una película fotosensible, que al recibir la luz en una determinada posición, es capaz de proyectar imágenes en tres dimensiones.
En los últimos meses, los hologramas han vuelto a ser protagonistas de varias investigaciones y avances tecnológicos. Recientemente, científicos de la Universidad de California (Riverside) y la Academia Rusa de Ciencias crearon una memoria holográfica, capaz de leer los datos guardados de manera lineal y así poder almacenar múltiples imágenes en la misma zona, cambiando la luz y los ángulos.
El uso de hologramas para almacenar información permitiría que, al poder utilizar una longitud de onda más corta, aumentara la capacidad que presentan nuestros dispositivos electrónicos para guardar datos. A la técnica de la holografía debemos sumarle ahora las aportaciones realizadas por la nanotecnología, gracias a un reciente trabajo de científicos de la Universidad de Cambridge.
Los investigadores británicos lograron construir hologramas multicoloreados a partir de una película muy fina de nanopartículas de plata. La interferencia de la luz con dichas nanopartículas permitió ir más allá de los límites normales de la difracción, lo que ayudaría a aumentar la capacidad de almacenamiento de estos hologramas.
Sus resultados, publicados en la revista PNAS, demuestran por primera vez que la fabricación de hologramas mediante la óptica difractiva puede mejorar significativamente la cantidad de información binaria almacenada.
En palabras del ingeniero Yunuen Montelongo, «esta tecnología ofrecerá una gran diversidad de aplicaciones en el campo de la fotónica, dado que los componentes ópticos convencionales no pueden obtener estos resultados». Su potencial es inmenso, dado que estos hologramas podrán integrarse en la próxima generación de dispositivos electrónicos miniaturizados.
Mediante el uso de una única capa de nanopartículas de plata, lograron desarrollar patrones de hologramas coloreados, que presentaban 16 millones de nanopartículas por milímetro cuadrado. Cada nanopartícula es mil veces más delgada que un pelo de nuestro cabello, siendo capaz de dispersar la luz en función de su forma y tamaño.
Gracias a estos avances en plasmónica -la rama de la nanofotónica encargada de estudiar las interacciones entre la radiación electromagnética y los electrones de conducción en interfases metal-dieléctrico-, los hologramas pueden almacenar una mayor cantidad de información y aprovecharse de mejores resultados que los que se obtienen con las tecnologías ópticas convencionales.
Imágenes | Universidad de Cambridge, Brookhaven National Laboratory (Flickr), Play4Smee (Flickr)