Una de las claves para tener éxito en nuestros proyectos consiste en pensar estratégicamente, evaluando nuestras capacidades, determinando los objetivos y fijando los resultados. Esta habilidad mental se desarrolla a edades muy tempranas.
La palabra estrategia procede del griego y significa, según la Real Academia Española, «el arte de dirigir las operaciones militares» o «el arte, traza para dirigir un asunto«. Estas acepciones aluden directamente a las capacidades psicológicas y al carácter con el que asumimos un determinado papel. Sin embargo, para muchos emprendedores pensar estratégicamente resulta clave para alcanzar el éxito.
Según James Brian Quinn, esta habilidad está relacionada con el desarrollo de un plan en el que se integren los principales objetivos y políticas a seguir. Es decir, si queremos lograr un determinado resultado, debemos fijar claramente cuáles serán las decisiones y pasos a seguir para orientar de manera general y clara nuestra estrategia.
La consultora PwC, por ejemplo, plantea una serie de interesantes cuestiones con las que podemos pensar estratégicamente sobre el desarrollo de un proyecto de e-business. Algunas preguntas están directamente relacionadas con nuestros clientes más valiosos o los servicios adicionales que podemos ofrecer en nuestro negocio. Otras se asocian con nuestra reputación de marca o la posición que tenemos en el mercado.
Todos estos interrogantes pretenden que el camino que sigamos en nuestros proyectos esté definido, a pesar de los obstáculos que podamos encontrarnos en el trayecto. No hay duda, pensar estratégicamente consiste en fijar unos determinados objetivos para lograr unos resultados a través de determinadas tareas.
Lo peculiar de esta capacidad es que, al contrario de lo que podría parecer, puede ser desarrollada desde una edad muy temprana. Un estudio publicado en la revista PNAS por científicos de la Universidad de Minnesota ha determinado que los niños de 7 años ya son capaces de pensar estratégicamente, aunque no en el sentido exacto en el que usamos este razonamiento a la hora de desarrollar nuevos proyectos.
Su análisis ha evaluado el comportamiento de niños de entre 3 y 9 años y adultos en juegos estratégicos que trataban de investigar cuáles eran las interacciones sociales que se producían. En estas actividades, los científicos vieron cómo la conducta de los pequeños de 7 años era muy similar al comportamiento de los mayores, ya que presentaban un razonamiento estratégico sobre cómo actuar en las conocidas como «interacciones estáticas» e «interacciones repetidas».
Pensar estratégicamente es una habilidad fundamental para llevar a cabo nuestros proyectos con éxito. Esta capacidad nos permite evaluar el comportamiento y las ideas de otras personas, así como determinar cuáles son los incentivos y objetivos propios y de terceros. Saber que este razonamiento se desarrolla desde una edad temprana resulta muy positivo para seguir entrenando esta forma de gestionar nuestras iniciativas.
Imágenes | Jaci Lopes Dos Santos (Flickr), Nicholas A. Tonelli (Wikimedia), Kenny Louie (Wikimedia)
