La ciencia ficción en ocasiones suele ser un anticipo de lo que nos depara el futuro. ¿Es posible entonces que en un futuro, tengamos la posibilidad de dosificar la vida y disfrutarla por demanda en función de nuestros gustos y necesidades?
La cultura on demand ha cambiado la forma de consumir contenidos en áreas informativas y de entretenimiento, redefiniendo otras fronteras que facilitan nuevas posibilidades de participación e interacción de los usuarios.
Nos da la oportunidad de experimentar la vida como si disfrutáramos de un espectáculo televisivo permanente. Con un click, los recuerdos de nuestra infancia pueden estar a disposición. Y a partir de tecnologías especiales, un robot será capaz de hacer los deberes por nosotros; todo a conveniencia.
En este sentido, la ciencia ficción que ha alimentado las ensoñaciones e innovaciones tecnológicas de Julio Verne, Isaac Asimov, Georges Méliès, e incluso, Steven Spielberg, apuntan a un modelado de vida, cuyo potencial parece fascinante o atemorizante.
Entre la realidad y la especulación, intuimos que estamos en el umbral de descubrir el verdadero alcance de las plataformas tecnológicas, al servicio del cine y la televisión.
En las siguientes líneas destacamos algunos ejemplos que ilustran el panorama de la cultura interactiva por demanda, en el que quizá, en un futuro cercano, tengamos la opción de comprar una versión de nosotros mismos, o tener un mando a distancia en el sofá de casa para organizar la agenda diaria.
Primero fue TiVo
En el año 1999, durante el Consumer Electronics Show de Las Vegas, se presentó un dispositivo con una trascendencia que era difícil de anticipar: el Digital Video Recorder o DVR de ReplayTV y TiVo.
Funciones como detener las transmisiones en vivo, reproducir escenas interesantes de forma inmediata, o saltar los comerciales de un determinado programa grabado, ponían en manos de los televidentes una nueva ocasión de manipular y disfrutar el contenido.
Se acababa la esclavitud de los horarios de la parrilla de programación televisiva, así como los engorros de la grabación en VHS con sus controles poco fiables y complicados.
Y más que una victoria en torno a la condiciones de consumo del contenido, era un triunfo sobre el tiempo, al decidir cuándo veíamos nuestros programas y eventos favoritos. Así, los fanáticos de la televisión sentían un cierto aire de libertad.
Jugar con la memoria
El argumento de Charlie Kaufman y Michel Gondry en Eternal Sunshine of the Spotless Mind proponía una solución definitiva a las experiencias humanas traumáticas: su extirpación controlada.
Sólo era necesario recurrir a los servicios de la compañía Lacuna Inc, para acabar con los recuerdos incómodos y continuar el camino sin ese lastre: el olvido por demanda se convertía en una salida sencilla a los profundos estados de depresión y melancolía que pueden llegar a ser paralizantes.
Pero ¿qué pasa si la vida es demasiado normal? ¿Si las rutinas terminan por aburrir? Ese es justamente el dilema que enfrenta Douglas Quail, el protagonista de Podemos recordarlo por usted al por mayor: el relato de Philip K. Dick, adaptado al cine en 1990 y 2012, bajo el título de Total Recall.
En esta misma línea destaca REKAL, una corporación que ofrece una invitación muy singular: el disfrute de unas vacaciones concebidas para distanciarnos de quiénes somos y entregarnos a la vida que siempre hemos deseado.
Lo mejor es que no se trata exclusivamente de una ilusión, sino que las reminiscencias son evocadas en la mente del cliente de manera tan real, que incluso, puede llegar al punto de no distinguir su vida previa a este experimento.
Ya en el año 2013 investigadores del Massachusetts Institute of Technology (MIT) encontraron el Tet1, un gen que podía estimularse para favorecer la desaparición de recuerdos trágicos y generar asociaciones más positivas.
¿La gran desventaja? El procedimiento está lejos de ser exacto. Así es que no es posible saber con precisión qué parte de la memoria es borrada.
La vida a través de otros
Más allá de estos escenarios, el paroxismo de la idea sobre la vida por demanda alcanza su máxima expresión cuando el proceso deja de ser interno, y se traduce en la dinámica de nuestros propios cuerpos.
Bajo esta premisa, el director James Cameron crea en Avatar unas réplicas que permiten vivenciar el mundo de Pandora, sin las limitaciones típicas de los humanos y capaces de mimetizarse con los nativos.
En la novela gráfica, The Surrogates, llevada al cine en 2009, Robert Venditti y Brett Weldele planteaban una sociedad en la que las personas, ante unos androides sustitutos que estaban a disposición, preferían quedarse en sus casas y enviar a las máquinas a experimentar su vida.
No obstante, el vínculo entre las parejas que convivían juntas era mantenido más por los androides que por ellas mismas. Por supuesto, iban perdiendo su identidad.
El panorama descrito nos coloca frente a uno de los riesgos y pesadillas de esta ambición: la singularidad tecnológica. El momento en el que eventualmente el desarrollo de las unidades de inteligencia artificial supere al intelecto y control humano.
Por lo tanto, no es difícil hacer un símil con el mito de Ícaro. Quizá, buscar una vida ampliamente on demand implique volar demasiado cerca del sol. Pero, ¿nos detendrá esa posibilidad?
Para finalizar, presentamos el tráiler de Surrogates, titulada en español como Los sustitutos: