Internet se ha convertido en la perfecta plataforma para que los jóvenes emprendedores –y no tan jóvenes– triunfen con ideas que en ocasiones pueden parecer auténticas locuras.
Continuamos con el repaso a los últimos cinco años en los que jóvenes (y no tan jóvenes) emprendedores han triunfado con ideas innovadoras.
Nativos digitales al poder
Nick D’Alosio, el creador de Summly, la aplicación que resume los textos de las informaciones para las pantallas de móviles, engrosa la lista de nativos digitales que triunfan en Internet. Autodidacta y tremendamente crítico con el sistema educativo –como nuestro joven Luis Iván Cuende–, desarrolló sus primeras aplicaciones para iPhone trasteando con el lenguaje Objective-C y su primera aplicación subida al App Store, FingerMill, hizo 79 libras en un día. Corría el año 2008 y D’Alosio tenía 12 años.
La primera versión de Summly se llamaba Trimit, desarrollada con 15 años en su dormitorio y por la que, tras ser mencionada en Techcrunch, recibió una oferta de una firma de capital riesgo de Hong Kong. Con el tiempo, ya como Summly, llegarían otros inversores como Ashton Kutcher o Yoko Ono.
En 2013 pasaba de ser un chico de 17 años aparentemente normal, con amigos, novia y unas 40 libras en su tarjeta de débito para, unos meses más tarde, vender su aplicación a Yahoo! por 19 millones de libras. Ahora, desarrolla para Yahoo! la aplicación News Digest, cuya versión para Apple Watch ya está en su recta final, y estudia en Oxford, que le atrae más porque la computación se concibe como una disciplina matemática y teórica, más que como algo ligado al emprendimiento, como según él sucede en Stanford.
A sus 24 años, Evan Spiegel es ‘el niño de papá’ de los emprendedores. De familia adinerada, Spiegel era el típico universitario juerguista de la fraternidad Kappa Sigma en, precisamente, la Universidad de Stanford. Comenzó a programar ya en el instituto, desarrollando fundamentalmente simuladores y emuladores de video juegos. Años más tarde, en la fraternidad, se uniría a Reggie Brown para crear la empresa Picaboo, en la que muchos ven el origen de su gran éxito: Snapchat, la aplicación de mensajería móvil que permiten que tanto fotos como mensajes se autodestruyan entre uno y diez segundos después de haberlos leído Tanto es así, que Brown ha llegado a demandarle en Los Ángeles por haber usurpado su idea.
Sea como fuere, Snapchat vive uno de sus momentos más dulces –está cerca de ser valorada en 19.000 millones de dólares– y ya hay quien ha tachado a Spiegel de loco tras haber rechazado a finales de 2013 ofertas de 4.000 millones de dólares por parte de Google y de 3.000 millones de Facebook.
Este emprendedor, que asesora en Tecnología y Medios a la Administración Obama, prefiere seguir su andadura sólo y las filtraciones de correos electrónicos de Sony revelaron que ha puesto su punto de mira en la compra de Big Machine, la discográfica de artistas como Taylor Swift. Spiegel querría utilizar Snapchat para promocionar a los cantantes del sello para incrementar el tráfico, como ya ha hecho desde que incluyó Discover, el canal de vídeos de socios exclusivos como VICE, National Geographic o MTV.
Aventuras financieras
No todos los casos de éxito van ligados a redes sociales o aplicaciones móviles. Otras, como la de Brian Armstrong y su Coinbase, se encuadran dentro del ámbito financiero. Armstrong tenía 29 años cuando trabajaba como ingeniero de Airbnb y en 2012 decidió crear Coinbase, la plataforma que permite comprar, vender y realizar transacciones con Bitcoin de un modo sencillo. Ya ronda los 2 millones de usuarios y, además, proporciona a los desarrolladores las herramientas necesarias para crear nuevas aplicaciones.
Mientras son muchos los que no auguran un futuro prometedor a la criptomoneda, Coinbase acaba de levantar 75 millones de dólares en una ronda de financiación, en la que ha participado BBVA y hace tiempo que captó la atención de empresas de la talla de Dell, Overstock o Expedia, que han incorporado su plataforma para poder realizar pagos con criptomoneda. No son los únicos, cada vez más comercios se suman a esta tendencia para abrir el abanico de opciones que ofrecen a sus clientes e, incluso, cuenta con el aval de un banco europeo, aunque Armstrong nunca ha querido desvelar cuál es.
Por su parte, los estonios Kristo Käärmann y Taavet Hinrikus son los padres de Transferwise, la plataforma con la que los usuarios pueden transferir dinero con unos costes muy inferiores a los que cargan las entidades bancarias. Valorada en casi 1.000 millones de dólares (con sede en la Tech City de Londres, acaba de levantar 58 millones de dólares en capital riesgo a través de Andreessen Horowitz), Transferwise tiene un origen que merece ser contado:
Hacia 2006 Hinrikus se mudó de Estonia a Londres y harto de sufrir comisiones de hasta un 5% cada vez que transfería dinero a su cuenta inglesa, decidió ponerle remedio. En el caso de Käärmann el problema iba en dirección opuesta: tenía que enviar dinero a su cuenta estonia para poder hacer frente al pago de su hipoteca.
El arreglo al que llegaron en 2010 fue que Hinrikus pagaría con su cuenta en Estonia la hipoteca de Käärmann y éste cubriría los gastos equivalentes de su amigo en Londres. El resultado fue el ahorro de miles de libras. Un año más tarde, con esa filosofía, nacería Transferwise. Cada pago realizado a través de TransferWise es una transferencia bancaria menos.
Hinrikus siempre tuvo claro que con Transferwise quería hacer con el cambio de divisas lo que Skype hizo con las telecomunicaciones. A fin de cuentas él fue el director de Estrategia de la compañía durante siete años, habiendo sido el primer empleado en nómina de Skype. Hinrikus es la parte más emprendedora de este tándem, pues ya había business angel a aventuras como TweetDeck o blip.tv, entre otras. Por su parte, Käärmann traía consigo su experiencia financiera en compañías como Deloitte y PricewaterhouseCoopers.
El ecosistema emprendedor se ha consolidado en los últimos años fruto de la cooperación de instituciones públicas, universidades y gobiernos que estimulan el mundo del emprendimiento. Continuaremos atentos a la innovación que está por llegar.