¿De verdad queremos coches que se conduzcan solos?
Empecemos repasando un poco de vocabulario. Resulta que los coches autónomos y los coches sin conductor no son lo mismo. Los coches autónomos no son exactamente nuevos: hace décadas que existen cosas como el control de la velocidad de crucero, y, más recientemente, el aparcamiento automático y el control de velocidad de crucero autoadaptable que reacciona según la distancia con los otros coches. Pero ahora los coches hacen cada vez más cosas, y pronto tomarán las riendas del tráfico. Ahora, resulta que la autoconducción y los coches sin conductor son cada vez más como el Coche Fantástico y el bólido Herbie del futuro. Antes de lo que creemos, el volante va a verse reemplazado por un complejo sistema de sensores, radares y GPS bastante impertinentes.
¿Puede un coche tomar mejores decisiones en carretera que nosotros?
Desde los más manuales a los más automáticos, el nuevo espectro de vehículos se categoriza de este modo:
Nivel 0: control total del conductor (manual)
Nivel 1: automatización de funciones específicas (los limpiaparabrisas se activan si llueve, frena automáticamente en caso de emergencia)
Nivel 2: automatización de funciones combinadas (control de velocidad de crucero autoadaptable, donde el coche puede tomar el control de la situación sin necesidad de darle permiso)
Nivel 3: automatización limitada de la autoconducción (el coche tiene más control, pero debe haber un conductor disponible)
Nivel 4: automatización total de la autoconducción (el coche lleva a cabo todas las funciones esenciales para la seguridad)
Volvo pondrá a 100 suecos a conducir sus coches autónomos en 2017.
La cosa se vuelve delicada en los niveles 3 y 4, y en parte en el 2, en los que la responsabilidad recae más sobre el coche y su fabricante. No hay duda de que una máquina tiene mejores tiempos de reacción que nosotros, los humildes y lentos humanos, pero ¿y si tiene que decidir entre el niño que juega en la calzada y los que van en el asiento de atrás? ¿Qué pasa si, viéndose en la tesitura, prefiere golpear o evitar los coches de ciertas marcas? ¿Cómo puede un coche, o cualquier máquina, tomar decisiones conscientes sobre moralidad? ¿O tomará siempre la mejor decisión?
Cuando Google dio inicio a los rumores sobre coches sin conductor y Uber, Apple, Amazon y Tesla los amplificaron, parecía como si las empresas automovilísticas (los auténticos innovadores del siglo XX) fueran a dejar atrás a las compañías tecnológicas del siglo XXI. Quizá fuese solo porque los fabricantes de coches tienen mucha más capacidad para hacer malabarismos con las demandas judiciales y conocen mejor el marketing de la automoción.
De todos modos (y puede que esta sea solo la pregunta de una reconocida mala conductora), ¿qué hay de malo en que el coche nos lleve de paseo?
¿Cómo conseguimos que un coche autónomo parezca seguro en el mercado?
La marca Volvo es sinónimo de seguridad, incluso de cierto «exceso de seguridad» o aburrimiento. Por eso todo el mundo se sorprendió cuando, hace poco, Volvo, desde la congestionada ciudad de Los Angeles, presentó sus planes para lanzar un coche autónomo, diseñado básicamente para distraerte en la carretera mientras él se ocupa de todo. Con su pantalla de 25 pulgadas, su bandeja plegable y sus asientos reclinables, el Concept 26 tiene más que ver con la clase business de un vuelo trasatlántico que con conducir un coche.
«Al dar a los conductores la posibilidad de decidir cuándo quieren conducir y cuándo prefieren delegarlo, podemos mantener el amor y la libertad por la carretera, al tiempo que hace más agradable ir al trabajo», explica Anders Tylman-Mikiewicz, director general de Volvo Monitoring and Concept Center.
Antes de lo que creemos, el volante va a verse reemplazado por un complejo sistema de sensores, radares y GPS bastante impertinentes.
Todavía en fase de prototipo, Volvo pondrá a 100 suecos a conducir (¿o será a montar?) sus coches autónomos en 2017.
Pero, sobre todo en Europa, donde incluso los coches automáticos son escasos y los conductores están acostumbrados a tener el control (y se quejan todo el tiempo de lo aburrido que es conducir en los EE. UU.), ¿a quién va a interesarle un coche que va a su aire? Mientras que Google Glass fracasó, Microsoft va a todo correr por la autopista del futuro gracias a su HoloLens. Volvo está asociada con HoloLens para que los compradores prueben primero la conducción autónoma en realidad virtual. Dicen que con HoloLens se puede «ver el alma del coche», y puedes dejar que tus ojos descompongan el coche en partes, mirar su «esqueleto de seguridad» o adoptar el punto de vista de los sensores para prevenir accidentes, en un esfuerzo para que se entienda y se confíe en que el coche hace lo mejor para las personas.
La compañía sueca está buscando también la manera de que los vehículos puedan reaccionar mejor a los canguros errantes. ¿Llegará el día en que los coches sepan boxear?
Boston Consulting Group cree que los coches total y parcialmente automatizados solo van a suponer alrededor de un 25 % de las ventas en 2035, pero prevén un crecimiento potencialmente ilimitado en el mercado de funcionalidades para la «conducción asistida». Sabemos que dos décadas es un periodo absurdamente largo para predecir el futuro de la tecnología que sea, pero desde luego yo espero que los coches vuelen para entonces.