Ver a través de las paredes

Las redes sociales y su rol determinante en situaciones de catástrofe

Las redes sociales son cada vez más importantes para nuestra comunicación diaria. En el caso de catástrofes juegan incluso un papel primordial

Los recientes atentados de París, más allá del terror y la situación de desconcierto generalizado que provocaron no sólo en Francia, sino en Europa y el mundo entero, supusieron también la constatación de que las redes sociales pueden jugar un papel clave en este tipo de situaciones límite.

No en vano, varios de los asistentes al concierto de la sala Bataclan fueron capaces de tuitear lo que estaba ocurriendo en su interior durante el tiroteo de los terroristas de Estado Islámico, al mismo tiempo que proporcionaron pistas clave para que las fuerzas de seguridad galas pudieran acceder al interior del lugar con más garantías.

Su impacto positivo

Pero no sólo a tiempos recientes se limita la aplicación de las redes sociales a este tipo de contextos de máxima dificultad. No en vano, podemos remontarnos a 2010, cuando un terremoto de 8,3 grados en la escala de Ritcher asoló Chile en plena madrugada. Las autoridades tardaron varias horas en facilitar información precisa al respecto, pero Twitter apenas necesitó minutos para que comenzaran a proliferar los mensajes alertando del seísmo y explicando al resto del mundo lo que estaba ocurriendo.

Una encuesta de ese mismo año realizada por Cruz Roja en Estados Unidos ya reflejaba cómo las redes sociales eran ya una herramienta más a emplear durante una crisis. Así, el 16% de los encuestados afirmó usar Twitter o Facebook para obtener información durante una situación extrema, mientras que el 50% de los usuarios de 18 a 35 años estaba convencido de pedir ayuda a través de su perfil personal en redes sociales.

tweetchup

Desde entonces, estas cifras no han parado de crecer de forma exponencial, y los atentados terroristas de París son la prueba nítida de esta tendencia. No en vano, y al margen de las llamadas de auxilio de los propios afectados, Twitter sirvió para retransmitir en vivo y de forma más ágil e inmediata que los medios de comunicación todo lo que estaba sucediendo en los distintos puntos de interés. Al día siguiente, Facebook se convirtió en una herramienta esencial para conocer si nuestros amigos o conocidos que residían en la capital francesa estaban a salvo, gracias a la función que la empresa de Mark Zuckerberg activó al respecto.

El terremoto de Nepal también sirvió para poner a prueba estos mecanismos de alerta de las redes sociales y testar su amplia capacidad de respuesta ante una situación crítica. Anteriormente, durante el tsunami que afectó a la costa de Japón, Skype facilitó bonos de llamadas gratuitas a las personas de las zonas destruidas y Google creó un buscador (posteriormente convertido en tradición cada vez que sucede alguna catástrofe) para encontrar personas desaparecidas. En el caso de la explosión del volcán impronunciable de Eyjafjalla, en Islandia, las aerolíneas emplearon sus canales sociales para trasladar, de primera mano, las novedades en torno a cancelaciones, retrasos y novedades de sus aviones.

terremoto de Nepal

 

En ese sentido, las redes sociales han demostrado ser un instrumento muy útil tanto para el ciudadano de a pie (mayor información, en tiempo real, sin mediaciones ni manipulaciones gubernamentales) pero también para la policía, quienes pueden acceder a detalles que de otra forma no obtendrían jamás (o, al menos, no tan rápido) para ayudarles a gestionar mejor la situación de crisis y a acelerar sus investigaciones y pesquisas. Sin obviar el uso proactivo que las autoridades pueden (y deben) llevar a cabo de este tipo de canales con el fin de proporcionar noticias y consejos a la ciudadanía de forma transparente y directa.

Los perjuicios de las redes sociales en situaciones límite

Sin embargo, como las monedas, el uso de las redes sociales en este tipo de circunstancias también tiene una cara negativa que puede costar incluso vidas humanas, llegado el caso. Así ocurrió también en el caso de los atentados de París y, muy especialmente, con las posteriores operaciones policiales en contra de los comandos responsables de los mismos en Bélgica y París, las redes sociales dan voz no sólo a personas bienintencionadas sino también a gente que, aprovechándose del anonimato de Internet, se dedican a crear y difundir rumores e invenciones de toda índole.

No en vano, en el caso concreto de los atentados del ISIS, las redes sociales propagaron en numerosas ocasiones el rumor de que algunos de los terroristas podrían haber escapado a España, extremo que fue desmentido por las autoridades de ambos países. A pesar de ello, varios medios de comunicación creyeron los comentarios vertidos en redes sociales, extendiendo el pánico en varios pueblos limítrofes con Francia.

Eso, aplicado a situaciones de catástrofe, puede propiciar que un grupo de usuarios emitan comentarios falsos con el fin de alterar no sólo lo que publican los medios de comunicación sino también de alterar los movimientos y la reacción de las autoridades, dando pistas falsas o dirigiendo los movimientos de la policía en la dirección que les conviene a los terroristas. O, simplemente, en el caso de grupos de internautas que se divierten “troleando” y burlándose del gobierno, con lo que en el caso de un supuesto terremoto podrían mandar a los bomberos a una zona peligrosa donde no hace falta su asistencia mientras otras personas están en riesgo y pasan inadvertidas ante las autoridades.

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