Un proyecto del CERN y el IFIC de Valencia, financiado a nivel europeo con dos millones de euros, tratará de desvelar nuevos detalles acerca de la evolución de las estrellas.
En el origen del universo, el cosmos presentaba materia muy elemental, principalmente hidrógeno, una cuarta parte de helio y unas trazas de litio. Durante aquellos primeros instantes no dio tiempo a que se formaran átomos más pesados, por lo que las estrellas primigenias no presentaban otros elementos como el carbono, el nitrógeno o el hierro. Esta diferente composición química también marca que, al estudiar las estrellas del cielo, cuanta menor sea su metalicidad, más antiguas serán.
El estudio de las primeras estrellas del universo, que no aparecieron hasta que este no alcanzó la edad de cien millones de años, es una tarea fascinante. Al fin y al cabo fue en ellas donde se formaron elementos químicos imprescindibles para la vida. Y es que como decía Carl Sagan, «somos polvo de estrellas». Comprender su evolución significa volver la vista atrás a nuestra propia historia, en concreto a un momento donde los seres vivos no existían todavía, pero en el que se estaban formando los ingredientes que hoy forman parte de todos los organismos.
Un nuevo trabajo, impulsado por el CERN y el Instituto de Física Corpuscular de Valencia, pretende ahora conocer un poco más la evolución estelar. La investigación, que ha sido financiada con 2 millones de euros por parte del European Research Council, tiene como objetivo reproducir en el laboratorio la formación de elementos pesados en las estrellas. Para conseguirlo, los científicos pretenden recrear las reacciones nucleares que ocurren en unas estrellas conocidas como gigantes rojas, ocho veces mayores que el Sol.
El proyecto entre el IFIC y el CERN desarrollará un sistema innovador de detección para producir y medir por primera vez las reacciones inducidas por neutrones en isótopos radiactivos. De este modo los investigadores crearán una especie de «termómetro», que permitirá desvelar la temperatura que se da en el interior de las gigantes rojas. La construcción de este «termómetro estelar» será posible gracias al uso de la instalación n_TOF del CERN, y permitirá revelar detalles importantes sobre el proceso de generación de los elementos pesados en nuestra galaxia.
La colaboración impulsada por el IFIC y el CERN servirá, por tanto, para desvelar información acerca de la evolución de las estrellas. En particular el trabajo nos ayudará a conocer cómo se forman los elementos más pesados que el hierro, y así entender cómo las gigantes rojas «cocinan» la química de la que estamos compuestos los seres vivos. Parafraseando a Sagan, el CERN y el laboratorio de Valencia tratarán de trazar la historia del «polvo de estrellas» que forma parte de todos los organismos, incluida la especie humana.
Imágenes | ESO/S. Steinhöfel (Wikimedia), Domenico Salvagnin (Flickr)