Pese a que los paneles solares de los próximos 20 años mejorarán exponencialmente a los actuales, hemos alcanzado un punto suficiente para, en muchos casos, sustituir a fuentes de energía tradicionales.
La energía fotovoltaica recibida por las células solares no ha dejado de aumentar en los últimos años. Sin embargo, ello no impide dejar de admirar al sector, afirmar que no está aún donde debería e ilusionarnos rápidamente con las proezas prometidas por los aportes futuro del grafeno y la perovksita. Pero la realidad es que, a día de hoy la industria está crecinedo como nunca antes. Estados Unidos ha alcanzado un millón de instalaciones solares, y con medidas como la impuesta en San Francisco, se espera que la cifra se doble en dos años.
Gran parte de la culpa la tiene el hecho de que el coste de la energía solar haya caído un 50% en el último año y un 70% en la última década (ya está en valores más bajos que el carbón). Las causas están en el ahorro de costes de producción y en la mejoría experimentada en soluciones de almacenamiento de electricidad. Asimismo, a diferencia de lo que ocurrió en España con el llamado «impuesto al sol«, el Congreso allí sigue dando incentivos fiscales a instalar paneles en hogares y empresas.
El papel de la energía solar será imprescindible si Estados Unidos quiere alcanzar las cifras de reducción de emisiones del reciente acuerdo mundial de París. Además, el hecho de que el número de instalaciones de los hogares aumente hará que su dependencia energética de la red eléctrica tradicional se vea reducida. Esto sin duda ayuda a evitar apagones o a suministrar energía para pequeños electrodomésticos, pero en el futuro será más importante.
Lo mejor de todo es que estas son cifras actuales y futuras plausibles con la tecnología de que se dispone ahora mismo. Si en algún momento llegan al mercado novedades y mejoras como las que mencionábamos al principio del artículo, el uso de combustibles fósiles puede verse mucho más perjudicado. Las posibilidades no dejan de crecer, y gran prueba de ello es lo que está consiguiendo Solar Impulse 2.
Imagen: Gencho Petkov