Las investigaciones financiadas con fondos públicos o público-privados deberán ser publicadas en revistas de libre acceso u open-access a partir de 2020.
La Unión Europea ha puesto fecha a una de las reivindicaciones históricas de buena parte de la comunidad investigadora. A partir de 2020, todas las publicaciones científicas desarrolladas a partir de proyectos financiados con fondos públicos o público-privados deberán ser de libre acceso. La medida, un paso de gigante hacia el open-access o conocimiento en abierto, ha sido impulsada por el Consejo de Competitividad comunitario, que reúne a ministros de ciencia, innovación, comercio e industria de los países miembro.
En 1833, el matemático William Foster Lloyd inventó una especie de parábola a la que denominó «La tragedia de los comunes», que sería popularizada por el biólogo Garret Hardin en un artículo en Science un siglo después. La historia da a conocer a varios individuos que comparten un recursos limitado, pero al ser llevados por su interés personal, terminan por destruirlo. La metáfora se ha usado en innumerables ocasiones para fomentar la ciencia en abierto o de libre acceso.
Y es que en la actualidad, la difusión de los resultados de una investigación se realiza mediante el sistema implementado en el siglo XVII. Tras pasar la revisión por pares o peer-review, que trata de garantizar la fiabilidad y calidad de los artículos, los trabajos son publicados en el medio elegido. ¿El problema? Como explicábamos en 2013, la paradoja que encontramos aquí es una especie de «tragedia de los comunes» a nivel de publicaciones científicas:
Por una parte, son los investigadores los que se encargan de la edición científico-técnica de los artículos a difundir en dichas revistas (sin contar el trabajo investigador previo), pero a la vez, deben pagar una determinada plusvalía por acceder a dichas fuentes. Estas plusvalías han crecido con tasas superiores al aumento de la inflación desde los años setenta, generando un gran malestar entre la comunidad científica a nivel internacional. Por ello, la búsqueda de nuevas formas de comunicación científica ha sido una constante desde 2002.
Este malestar llevó a muchos investigadores a apostar por la publicación en abierto, que aseguraba el libre acceso a los artículos procedentes de proyectos científicos públicos. Ejemplos como arXiv, un repositorio de libre acceso de los trabajos en el campo de la física, demuestra que la comunidad investigadora estaba interesada en este tipo de sistemas. Con el anuncio de la Unión Europea, tal y como señalan en The Guardian, se siguen las recomendaciones a nivel comunitario para promover el conocimiento en abierto.
A pesar de que la medida no se recogerá como una normativa, servirá de orientación política para los 28 estados miembro. Según el secretario de estado de educación, cultura y ciencia de Holanda, «este paso facilitará el libre acceso y servirá para que Europa resulte más atractiva en el ámbito de la investigación y la innovación».
Imágenes | Engineering at Cambridge (Flickr), NIAID (Flickr)