Pese a lo atractivo de Hyperloop, la implantación de la alta velocidad tradicional y el alto coste de llevar a cabo los proyectos harán que la vías sigan siendo las reinas del medio terrestre mucho tiempo.
No cabe duda. Hyperloop es uno de los proyectos más ambiciosos y prometedores que existen en la actualidad. A diferencia de otros, este sistema revolucionario de transporte fue presentado y apoyado por Elon Musk, que además de ser CEO de Tesla y SpaceX es el rey del hype y, de momento, todo lo que toca lo convierte en oro. Según Hyperloop One, una de las empresas que está llevando a cabo el desarrollo práctico de la idea, tiene planes tan ambiciosos como unir Estocolmo con Helsinki en 28 minutos.
Frente a un vuelo, con una duración de 55 minutos, Hyperloop eliminaría la fricción para los usuarios y discurriría a lo largo de 400 kilómetros de túnel al vacío. Para su construcción se estima que serían necesarios 12 años y 19.000 millones de euros. También se habla de construir un transiberano que llegue a Moscú y que a largo plazo sustituya los transportes tradicionales en los trayectos entre China y Europa.
Sin embargo, la realidad del proyecto a día de hoy está muy alejada de empezar la construcción de algún tramo. Ni siquiera el trayecto más alabado, que de momento es el que une San Francisco con Los Ángeles, tiene fecha estimada de comienzo, ya que no hay un plan desarrollado. Lo que sí hemos podido ver ya en vídeo es el sistema de propulsión, pero en abierto y sin que de momento se hayan alcanzado las velocidades prometidas o se puedan extraer conclusiones. El verdadero reto, y lo diferencial de Hyperloop es hacer funcionar las cápsulas en los conductos al vacío, reduciendo el rozamiento al máximo y soportando velocidades de hasta 1000 kilómetros por hora.
Con levitación magnética, el sistema empleado en las pruebas no difiere de otros que ya se encuentran en líneas de alta velocidad en China o Japón. Y es que, pese a que Hyperloop presenta un futuro mucho más prometedor, la alta velocidad seguirá reinando muchos años. Se puede ver, por ejemplo, en el nuevo proyecto que conecta Sydney con Melbourne y Canberra. Aunque alcanzará velocidades de 430 kilómetros por hora, se queda muy lejos del ideal propuesto por Elon Musk.
En países que han invertido mucho en trenes de alta velocidad, como España, será difícil ver a Hyperloop prosperar. Tiene sentido para zonas que ofrezcan un contacto adecuado y aún se encuentren vírgenes en transportes rápidos y modernos. Hyperloop ofrece un sistema a largo plazo, que no requiere un gran gasto en conservación y que respeta el medio con paneles solares. Pero si para ciertos proyectos son necesarios 12 años de construcción, es probable que de aquí a 20 años no hayamos presenciado aún la llegada
Imágenes: Hyperloop One.