Con el coche autónomo en el centro de muchos debates, la gran pregunta sigue siendo cómo convivirá con los vehículos tradicionales. Sin existir una respuesta clara, la mayor aproximación indica que lo mejor será ir introduciendo cambios graduales.
Como todo lo sencillo y liberador, los sistemas de conducción autónomos acabarán no sólo triunfando, sino erigiéndose como prácticamente la única opción en transporte personal y de mercancías en sus distintas formas: coches, motocicletas, camiones, autobuses, furgonetas de transporte, etc. En primer lugar, sin embargo, hay varias transiciones que pasar antes de la consolidación de los coches autónomos, y no todas persiguen el objetivo de avanzar en la técnica. El coche eléctrico va antes, por ejemplo, pero el gran reto es, sin duda, la convivencia entre vehículos autónomos y vehículos tradicionales.
Y es que las expectativas que se han puesto sobre ellos son tan altas que, en cierto modo se salta este punto, como mirando hacia el futuro sin ver cómo llegar a él. El relato siempre habla de un futuro en el que una gran red actúa como intermediaria de todos los vehículos presentes en una determinada zona.
De esta manera, con los avances que traerá el 5G, los coches saben perfectamente por qué zonas tienen que circular, evitando atascos innecesarios o siendo muy eficientes en tiempo. Pero lo mejor de todo es cómo, gracias a las novedades en en intercomunicación, las calles podrán incluso prescindir de semáforos, hasta el punto en que las colisiones, con toda la información disponible, sean un hecho del pasado.
La responsabilidad, en manos del conductor por mucho tiempo
El gran problema es una realidad previa en la que los coches autónomos no cuentan ni pueden contar con toda la información sobre el siguiente paso del vehículo no autónomo que tiene en el carril de enfrente.
Es el gran reto de los fabricantes e ingenieros del mundo de la automoción. Y la clave estará en los pasos que se van adoptando en esa dirección. Por ejemplo, en la actualidad todos los fabricantes han comenzado a integrar sistemas de ayuda a la conducción que, en muchos casos, saben actuar ante peatones imprevisibles. No es que se conviertan en invisibles, sino todo lo contrario. La detección y el frenado automático posibilitan que, cualquier obstáculo que se aproxime pueda ser esquivado o evitado rápidamente.
Otro aspecto a tener en cuenta es que incluso aunque los coches autónomos lleguen muy pronto, la eliminación de la posibilidad de la conducción manual no se producirá hasta mucho tiempo después, si es que llega. Hasta ese momento, dependiendo de la regulación, los conductores seguirán teniendo gran responsabilidad, y si bien en carreteras de alta velocidad puede ser posible bajar la guardia, en núcleos urbanos tendrá que seguir siendo obligatorio el tener todos los sentidos al volante, incluso si no somos quienes lo manejamos.