Apple ha presentado sus nuevos iPhone 7 y iPhone 7 Plus. Una renovación menor con la fotografía y el sonido inalámbrico como sus mejores argumentos.
En el mundo de la tecnología, «septiembre» significa «nuevos iPhone». El día 7, Apple presentó el 7. O mejor dicho, los sietes. Porque como viene acostumbrándonos desde hace un par de años, lanza un par de modelos distintos cuya principal y casi única diferencia es el tamaño de su pantalla: 4.7 pulgadas para el modelo pequeño, y 5.5 pulgadas para el superior.
El resto de distinciones entre uno y otro no iban mucho más allá: la resolución de la pantalla -atada a la diferencia de tamaños de las mismas-, la capacidad de la batería -mismo razonamiento que en el punto anterior, cuestión de espacio- y la presencia de un estabilizador óptico en la cámara del modelo más grande (que ahora también está presente en el más pequeño).
Ahora, esto ha cambiado. Hay otra diferencia bastante notable entre ambos modelos: sólo el iPhone 7 Plus tiene una doble cámara a sus espaldas. Y es que tras la mejora en la frontal, que sube hasta los 7 megapíxeles (nos guste o no, vivimos en la era de las selfies), el modelo de 5.5 pulgadas incorpora una doble lente. La pregunta clave está clara: ¿en qué mejoran las fotografías capturadas con este nuevo componente?
Bueno, para empezar, el doble sensor hace dos fotos que fusiona en una sola, dejando como resultado una fotografía más nítida y de colores vivos. Si la hacemos de noche o en entornos de baja luminosidad, también sirve para que la imagen quede algo más iluminada y con menor ruido. Por otro lado, también sirve para incorporar un zoom óptico 2x.
Esto es importante porque el zoom digital presente hasta ahora (x10), que continúa como opción B con mucho mayor aumento, acarrea una pérdida de calidad considerable. A medida que vamos haciendo más zoom con la cámara, más se va degradando la imagen. El zoom óptico, en cambio, implica un aumento 2x sin pérdida de calidad. Y por otro lado, el nuevo modo retrato permite obtener imágenes con un bokeh muy acentuado en comparación al que podíamos obtener con los modelos anteriores.
Por lo demás, fin de las diferencias. Ambos iPhone son resistentes al agua con la certificación IP67, su botón home ahora es capacitivo, la batería dura algo más y la pantalla es más brillante y con mejor representación del color. La parte polémica está en la supresión del jack de 3.5 mm, que es tan estándar como antiguo: tiene más de un siglo de vida.
No obstante, el principal motivo por el que Apple ha decidido eliminarlo tiene una doble vertiente: el anhelo de un futuro inalámbrico, y el hecho de que el conector, por dentro del terminal, ocupa un espacio muy considerable, y por ende, valioso. Y en la Apple de la miniaturización y el aprovechamiento al máximo del espacio disponible, la balanza se decantó muy fácilmente. Lo cual dejó espacio para un segundo altavoz que mejora notablemente el sonido en el nuevo iPhone.
Para remediar esta pérdida, Apple ha hecho tres cosas: ofrecer unos auriculares EarPods con conector Lightning (el único puerto que queda en el iPhone), incluir en la caja del iPhone un adaptador de jack 3.5 mm a Lighting para que podamos seguir usando nuestros auriculares «de siempre», y lanzar su propia alternativa inalámbrica: los nuevos AirPods.
Los AirPods son como los EarPods con el cable cortado. Simbólico. Por dentro, llenos de tecnología. Se emparejan prácticamente con sólo acercarlos al iPhone (o al Apple Watch, o…), y tienen una autonomía de cinco horas. Se cargan a través de su propia funda, que les puede dar una autonomía de hasta veinticuatro, según Apple.