A partir de un sistema que penetra las páginas de un libro, los científicos son capaces de identificar los textos que están en su interior.
El MIT se ha propuesto retar a todas las expresiones populares que hacen referencia al concepto de “libro abierto” como un símbolo de la facilidad para acceder a una explicación, a los sentimientos o a los pensamientos de alguien. La universidad con sede en Boston ha creado un sistema que permite leer las páginas interiores de un libro. Mediante una técnica de imagen que utiliza ondas electromagnéticas, los investigadores logran penetrar las primeras capas del papel e identificar las letras. Después es cuestión de ordenarlas y juntarlas.
Cuando han probado su sistema, por el momento los investigadores han logrado identificar correctamente las letras de las primeras nueve páginas de una pila de papeles. La tecnología se basa en el uso de ondas electromagnéticas de tipo terahertz. Esta radiación se encuentra entre las microondas (que se utilizan en el electrodoméstico que lleva su nombre, pero también en telecomunicaciones) y los infrarrojos (usados en el mando a distancia del televisor o algunos dispositivos periféricos que se conectan con el ordenador).
La radiación terahertz tiene algunas ventajas respecto a otras ondas electromagnéticas que penetran materiales. Anteriormente se han investigado sus usos en controles de seguridad con el fin de detectar ciertos compuestos químicos, pues sus ondas son absorbidas de una forma u otra dependiendo de estos materiales. Y en los libros, la radiación terahertz permite distinguir si lo que impacta es tinta o papel blanco. Algo que los rayos X, por ejemplo, no son capaces de diferenciar.
Además, este tipo de ondas electromagnéticas se pueden emitir en ráfagas breves con el fin de calcular la profundidad a la que se encuentra el objeto impactado. El ultrasonido puede hacer esto pero de forma menos precisa. Instalando un sensor que captara el reflejo de las ondas, los científicos han sido capaces de medir la profundidad a la que estas habían viajado para conocer en qué página habían estado.
A partir de ahí había que identificar cuáles eran las letras en base a los patrones de tinta y de hoja en blanco que se detectaban gracias a que las ondas se absorbían de distinta forma. La investigación está en sus comienzos, ni que decir tiene, pero ya hay quien se ha interesado por este sistema.
Los científicos apuntan que el Museo Metropolitano de Nueva York se ha mostrado interesado en este método especialmente en lo que se refiere a libros antiguos. Y es que existen ejemplares cuyo estado invita a la máxima delicadeza, que riñe con la avidez por estudiar sus secretos.
Imágenes: Theen … y MIT