La realidad virtual ayuda a un hombre ciego a ver con claridad por primera vez

Además de ayudar a pacientes del síndrome de Asperger, la realidad virtual también se está mostrando capaz con personas invidentes debido a su diseño.

A estas alturas, ya es conocido por todos que la realidad virtual va mucho más allá de lo que le hace realmente famosa. Se ha promocionado con un mercado masivo como el de los videojuegos, pero no hay que despreciar lo que puede acabar dando de sí en el mercado de la cultura tradicional. Es imaginar lo que puede ser «ir» en el futuro a ver un concierto de rock sin moverte del salón y es ver una revolución en ciernes. Pero donde la realidad virtual puede ayudar de verdad es en la medicina.

Jamie Soar, un hombre legalmente ciego por sufrir retinitis pigmentaria, sufre grandes problemas de visión que le impiden ver con claridad. Además de una miopía que sufre, ve doble de manera constante, por lo que en zona oscuras o cuando la luz del día se apaga, utiliza un bastón de ciego para caminar. Sin embargo, gracias a la realidad virtual, Jamie ha podido ver como si no tuviera un problema de visión.

Al parecer responde a un aspecto del diseño de los kits de realidad virtual, que están pensados para «engañar» a los ojos, lo que permite crear una sensación de profundidad e inmersión única que también se explica con el doble panel. Juntando estos factores, la vista no se comporta de manera habitual y se modifica lo que se percibe.

El propio Siar envía un mensaje a los que sufren los mismos problemas que él. «Probad la realidad virtual. Probad cuantas experiencias sea posible. Quizá no sea para todo el mundo, pero dará a muchos libertad e independencia en lo que ellos hacen».

 

Quizá algún día gafas tecnológicas ayuden a ver a personas ciegas.
Quizá algún día gafas tecnológicas ayuden a ver a personas ciegas.

El problema de intentar adoptar una solución así para el día a día es el tamaño actual de los kits de realidad virtual. Aunque ya existen modelos que prácticamente parecen gafas, aún están muy lejos de ofrecer la calidad de Oculus o HTC Vive, y el otro gran problema es que no son autónomos ni están pensados para circular en ambientes abiertos, que sí podría ser el caso de gafas de realidad virtual, como las desaparecidas Google Glass. También se integran bien, aunque se alejan del objetivo de algo así, las de Snapchat.

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