Los taxis y las limusinas de Nueva York están preparándose para permitir el uso de aplicaciones para smartphones con las que los usuarios puedan tanto solicitar como abonar sus servicios. No son los únicos. Hace unos días os hablamos de cómo en Asturias se está poniendo en marcha un proyecto piloto para hacer más fácil el uso del transporte público. En este caso, la idea se basa en facilitar desde la compra hasta guardar los títulos de viaje, todo gracias a los teléfonos inteligentes y a la tecnología NFC.
¿Qué proponen en Nueva York? En principio, se han unido bajo una serie de normas para determinar qué se puede y qué no se puede hacer, una guía para todas las start ups que quieran lanzar sus aplicaciones en la ciudad.
Para empezar, las apps que quieran ofrecer esta solución necesitarán obtener una licencia de un año, renovable, directamente de la comisión de taxis y limusinas. Es decir, que el uso del programa tiene que estar supervisado y ser compatible con el sistema de la comisión.
El pago podrá realizarse desde la misma aplicación o, si se prefiere, con dinero en metálico o tarjeta, de la forma tradicional, y algo importante: los conductores no podrán llevarse ningún incentivo económico adicional por responder a las llamadas que lleguen desde apps, más allá del importe de la carrera y la propina que les dejen. Al fin y al cabo, no sería justo que los usuarios que no se apuntasen a las nuevas tecnologías para llamar taxis tuviesen problemas para encontrar uno.
Por otro lado, las llamadas desde las aplicaciones no podrán revelar información como el destino, el nombre o cualquier tipo de información del usuario. Es decir, que un taxista que reciba un aviso con este método no conocerá de antemano adónde tiene que llevar al cliente, ni quién es, aunque siempre podrán optar por no responder a las llamadas.
Hacia el m-travel
Este intento de acercamiento al m-travel llega después de la iniciativa de una start up, Uber, de ofrecer un servicio de llamada y pago a taxis y limusinas en la ciudad. Sin embargo, no se llegó a un acuerdo total con la comisión responsable y, finalmente, se abandonó el proyecto. La iniciativa de la comisión está todavía abierta a sugerencias y cambios de última hora, además de tener por delante otros problemas, como el acondicionamiento de todos los vehículos para que tengan capacidad de recibir las llamadas de los smartphones.
Nueva York se enfrenta al cambio tecnológico y ha decidido agarrar el toro por los cuernos. Antes de que los programas proliferen y pueda haber problemas de cualquier tipo, se ha decidido sentar unas bases sobre las que se construya el modelo de las start ups que apuesten por el transporte vinculado a la tecnología móvil. ¿Cómo lo afrontarán otras ciudades?
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