Más de una docena de startups de Silicon Valley se dedican ya en exclusiva a las terapias digitales, el futuro de la industria farmacéutica.
¿Cuántas aplicaciones tienes instaladas en tu teléfono móvil? Numerosas apps dan vida a nuestros smartphones hoy en día con diferentes funcionalidades que consiguen que el uso de estos aparatos sea cada vez mayor y más necesario. Muchas de ellas son capaces de medir ciertos ámbitos de nuestra salud como, por ejemplo, el deporte que realizamos, la dieta que seguimos, o las calorías que quemamos.
Pues bien, según un reciente estudio del MIT, ahora existe una nueva tendencia en este campo. Las “terapias digitales”, tal y como se han comenzado a denominar, consisten en la utilización de un software capaz de mejorar la salud de una persona del mismo modo en que lo haría un fármaco. ¿Cuál es la idea? Combinar estas aplicaciones con fármacos, o incluso llegar a remplazarlos, consiguiendo reducir costes y, sobre todo, efectos secundarios.
Este término comenzó a utilizarse en 2013, gracias al CEO de OmadaHealth, que comenzó a utilizarlo en conferencias para referirse a su programa de coaching dirigido a prediabéticos, que conseguían evitar la enfermedad a base de dietas y pérdida de peso.
El futuro de la medicina será digital
De este modo, las startups de Silicon Valley han visto en las terapias digitales un diamante en bruto que, puliéndolo, podría dar lugar a grandes resultados. De hecho, muchas de ellas ya han comenzado a trabajar en el asunto, como es Big Health, cuyo trabajo está centrado en una aplicación llamada sleep.io, que asegura que es capaz de reemplazar las pastillas del sueño mediante ejercicios de visualización.
No obstante, el debate ahora se encuentra en si estas terapias son capaces de cumplir o no su objetivo médico de forma más eficaz que los medicamentos. La mayoría de las startups interesadas en este negocio realizan pruebas clínicas que aseguren sus resultados. Pero, además, muchas de ellas buscan una aprobación regulatoria, es decir, que la propia sanidad tenga en cuenta la aplicación como tratamiento frente a una patología en concreto. Este es el caso, por ejemplo, de la empresa Welldoc, que ha desarrollado una aplicación móvil para gestionar la diabetes, y que solo ofrece su versión bajo prescripción médica.
Sin embargo, esto no es lo común. Lo lógico es que cada paciente utilice las aplicaciones bajo su propio criterio, como un cambio de estilo de vida o cambios dietéticos que pueden suponer un riesgo para la salud.
Existen casos testados de startups que han conseguido revertir ciertas patologías como la diabetes mediante la terapia digital. La empresa VirtaHealth, que recaudó más de 35 millones de dólares el año pasado, afirma haber conseguido reducir la diabetes de tipo 2 mediante su aplicación de coaching. La Universidad Estatal de Indiana corrobora estas afirmaciones, realizando un estudio en los clientes que utilizaron esta terapia innovadora, y que lograron reducir los niveles de glucosa a valores no diabéticos.
Una combinación de ambos elementos
Lo ideal, en lo que a terapias digitales se refiere, es llegar a una combinación perfecta entre fármacos y aplicaciones digitales. De hecho, muchas de estas empresas de Silicon Valley ya están intentando unir fuerzas con las farmacéuticas para crear terapias digitales guiadas. Un ejemplo de ello es la empresa ProppellerHealth, que firmó un acuerdo con GlaxoSmithKline para el tratamiento contra el asma. Los pacientes colocan sensores ProppelerHealth en sus inhaladores para monotorizar cuando los utilizan. Y según parece, los que utilizan este tipo de terapia terminan por medicarse en menor medida.
Menos medicamentos, menos costes
Los responsables de muchas de estas empresas aseguran que llegarán a realizar más pruebas que las terapias convencionales. Las empresas farmacéuticas no realizan un seguimiento posterior al lanzamiento de su producto, mientras que las digitales sí que lo hacen, por lo que cuentan con muchos más datos sobre sus pacientes y el resultado de estas terapias.
Aun así, estas terapias son mucho más baratas que el fármaco medio. La gente que utiliza la aplicación contra el insomnio de Big Health paga una media de 30 euros al mes. No obstante, los somníferos a los que estamos habituados alcanzan alrededor de los 70 euros al mes.
Ahora hay que esperar a la reacción de las aseguradoras, que, en el caso americano, cubren una parte del coste de los medicamentos y aún se tienen que acostumbrar a la entrada de este tipo de terapias para poder decidir la mejor manera de actuar frente a esta nueva forma de medicación.