Farahzad

Los adolescentes que construyeron un cohete espacial

Un grupo de estudiantes adolescentes, reclutados por uno de ellos, Joshua Farahzad, se ha embarcado en la construcción de un cohete capaz de saltar al espacio.

El sector aeroespacial no se caracteriza precisamente por contar con presupuestos pequeños. El coste que supone la ingeniería de un cohete espacial se suma a las exigencias del lanzamiento. Por no hablar de los conocimientos técnicos requeridos, el esfuerzo, la dedicación en tiempo.

Todos estos factores normalmente se adquieren con capital. Pese a que algunas iniciativas, como los proyectos indios o el de Rocket Lab en Nueva Zelanda, ajusten al máximo sus presupuestos. En realidad existe una tendencia que mira hacia la modalidad low cost –si se puede llamar así– en la industria aeroespacial. Es cierto, pero lo que han conseguido un grupo de adolescentes en Estados Unidos está a otro nivel.

Todo empezó con una idea extravagante de Joshua Farahzad, un estudiante de 18 años que el verano de antes de entrar en la universidad no tenía mucho que hacer en su casa. Su gran afición por el ámbito espacial le impulsó a llevar a cabo un proyecto pionero. Su idea era crear un equipo de estudiantes que construyera desde cero un cohete que pudiera lanzarse al espacio exterior.

Era la primera vez que se hacía. Anteriormente, en Estados Unidos ha habido equipos de estudiantes que han construido cohetes con capacidades espaciales. Pero siempre bajo el tutelaje de profesores o ingenieros especializados y con la contribución financiera de universidades u otras instituciones. En este caso se las tendrían que arreglar por sí solos.

Un proyecto desde cero

La iniciativa de Farahzad tenía que construirse desde la base. El joven comenzó a contactar con clubs de estudiantes especializados en cohetería. A partir de ahí reclutó a la plantilla que después diseñaría fabricaría el dispositivo.

El resultado fue un grupo heterogéneo de estudiantes muy jóvenes repartidos por varios lugares de Estados Unidos. Cada uno trabajaba desde su casa, pero todos comunicaban sus esfuerzos en común y pedían consejos mediante un chat de Slack.

Farahzad
Objetivo: superar la línea Karman

Ni qué decir tiene, la comunicación mediante un chat no es suficiente para crear un cohete que supere la línea Karman (100 kilómetros sobre el nivel del mar). Y es que, este era el objetivo del grupo, pues esta línea imaginaria se considera la separación entre la atmósfera terrestre y el espacio.

Debido a la forma de trabajar –y probablemente a otros muchos factores–, las partes del cohete no encajaban del todo y había múltiples fallos que corregir. El grupo se reunió una semana para el montaje en Tennessee. Poco a poco, y con la ayuda de la financiación que reunió Farahzad, se subsanaron errores y se optimizó el cohete.

A falta de comprobar el resultado final, el proyecto ya ha dado sus frutos. Antes de tener experiencia profesional, estos estudiantes han llevado a cabo un auténtico proyecto de altura. Incluso aunque no se alcance el deseado objetivo de superar la línea Karman.

Imágenes: Howie Muzika, NASA

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