La eficiencia de las carreteras solares no es comparable a la de los paneles instalados en una central, aunque aún le queda mucho por mejorar.
Siempre que llega una tecnología nueva se necesita un proceso de mejora continuada en sus primeras etapas. Y no es hasta que se prueba por primera vez a escala real cuando se pasa verdaderamente de la teoría a la práctica. Esto ha ocurrido también con las carreteras solares.
Ya están disponibles los primeros datos sobre el rendimiento de este tipo de infraestructura. El despliegue que se hizo en Francia, en Tourouvre-au-Perche, en Normandía, cubre una superficie de 1.800 metros cuadrados. Son 420 kWh de potencia cuya puesta en marcha ha costado 5 millones de euros.
Los responsables del proyecto, que sería una prueba para una iniciativa ambiciosa de construir 1.000 kilómetros de carretera solar, supusieron que el tramo instalado generaría unos 800 kWh al día. Sin embargo, las cifras han resultado finalmente ser de 409 kWh. Para hacerse una idea de lo que supone este dato, el consumo medio eléctrico de un hogar en España está en algo menos de 10 kWh.
Se ha calculado que la eficiencia de las carreteras solares, al menos del tramo instalado en Francia, está en un 4%. En cambio, ya hay paneles comercialmente disponibles que superan el 15% de eficiencia e incluso el 20%.
El proyecto Solar Roadways, que se hizo viral gracias a una campaña de crowdfunding hace unos años, también ha revelado cifras. Y tampoco son halagüeñas. En seis meses una porción de 13,9 metros cuadrados ha generado 52.397 kWh. Esto supone una eficiencia aún menor y lastrada por las luces LED que acompañan a los paneles solares, que servirían de indicador a los vehículos que circularan sobre ellos.
Una tecnología aún por madurar
La eficiencia de las carreteras solares se ve deslustrada por varios inconvenientes. Para empezar, los paneles no están en el ángulo más directo de cara al sol y son más vulnerables a quedar a la sombra. Además, se cubren más fácilmente de polvo y tierra, mientras que al ser el cristal más grueso de lo habitual (para aguantar el peso del tráfico) también se reduce la capacidad de absorción de luz.
Además, como los paneles de las carreteras no cuentan con el aire para enfriarlos, es inevitable que se calienten más. Y el aumento de temperatura hace que se pierda eficiencia. Son cuestiones que no pueden dejar de estar en la balanza. Sin embargo, la investigación continúa en busca de un incremento en la eficiencia.
El coste de instalar carreteras solares es alto por ahora, pero desde diferentes países se trabaja en abaratarlo. Uno de ellos es China, que se ha lanzado a explorar esta posibilidad con ahínco.
Imágenes: OliverSved,