Para la mayoría de los adultos, aprender un idioma es complicado y duro. Ahora un estudio trata de descifrar las razones por las cuales nos cuesta tanto aprender un nuevo idioma
Para mucho adultos, aprender idiomas es un duro y complejo ejercicio lleno de frustración por el esfuerzo que hay que realizar para unos escasos resultados, sobre todo cuando se compara con la facilidad que tienen los niños, llegando incluso a ser bilingües en poco tiempo.
Hasta ahora, lo que estaba claro era que, debido a los cambios en la estructura del cerebro que se producen en la adolescencia, esta facilidad para aprender un nuevo idioma y absorberlo como una esponja, desaparecía.
Los cerebros más jóvenes están estructurados con circuitos neuronales que pueden analizar sonidos y crear nuevos a partir de ellos con un conjunto de reglas para la construcción de palabras y frases. Una vez se han construido estas reglas y estructuras del lenguaje, es muy difícil construir otras para un nuevo lenguaje.
Ahora un estudio trata de arrojar un poco más de luz a las causas por las que nos cuesta tanto a los adultos aprender un nuevo idioma.
Cuanto más lo intentas, más te cuesta aprender un nuevo idioma
Un equipo de neurocientíficos dirigidos por Amy Finn del MIT cree haber encontrado un nuevo factor relevante a la hora de aprender un nuevo idioma. En los experimentos planteados con voluntarios, los científicos descubrieron que los adultos que enfocaban toda su atención y esfuerzo en aprender un nuevo idioma, obtenían peores resultados a la hora de descifrar la morfología de esa lengua.
Los investigadores se basaron en un estudio de los años 90 del siglo pasado en el que se lanzaba la hipótesis que los adultos tenían problemas con los idiomas al tratar de analizar demasiada información a la vez. Los adultos tienen el cortex prefrontal mucho más desarrollado que los niños, y por lo tanto dedican mucha más capacidad intelectual a aprender un nuevo idioma, lo cual interfiere de cierta forma en el aprendizaje reduciendo los resultados.
Para comprobar esta hipótesis, Finn y su equipo prepararon una serie de experimentos. Se inventaron una serie de palabras de dos sílabas que agruparon en tres grupos en función del orden de vocales y consonantes que la componían.
Los sujetos del estudio, escucharon las palabras durante 10 minutos. A un grupo se le pidió que prestara mucha atención a cada palabra y tratara de identificarla. Al otro, que no les prestara atención, por lo que se le dio otra actividad en la que concentrarse mientras oían las palabras de fondo.
El grupo que prestó más atención obtuvo mejor resultado en la prueba de segmentación de las palabras pero curiosamente sus resultados fueron significativamente peores que el otro grupo de personas a la hora de clasificar nuevas palabras dentro de cada uno de los tres grupos de palabras.
La configuración del cerebro adulto juega en su contra
Los resultados del experimento muestran para los investigadores que el esfuerzo cognitivo es bueno para aprender ciertas partes del lenguaje como las palabras pero a la vez es perjudicial para para aprender y comprender otras partes más complejas del lenguaje como la gramática.
Las conclusiones de los experimentos avalan la teoría de la adquisición del lenguaje que sugiere que algunas partes del lenguaje se aprende por medio de la memoria procedimental, encargada de los recuerdos de las habilidades motoras y ejecutivas para realizar actividades y otras partes se aprenden por la memoria declarativa, una de las tipos de memoria a largo plazo.
Según Finn aún no se sabe cómo evitar este obstáculo en el aprendizaje del lenguaje pero próximamente va a comenzar nuevos experimentos donde se “apagará” el cortex prefrontal de un adulto a través de una técnica llamada estimulación magnética transcraneal para averiguar si es posible mejorar sus resultados en el aprendizaje de la morfología del lenguaje.
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