Además de chips para wearables y smartphones, donde es líder, ARM diseñará chips implantables en el cerebro.
Las interfaces máquina cerebro son una de las grandes promesas de aquí a los próximos 10 años, de acuerdo a lo que compañías como Facebook están presentando en sus conferencias, pero la implantación de chips en el interior de nuestro cuerpo tendrá más sentido primero en la ayuda con lesiones y enfermedades como la epilepsia, donde ya se están produciendo importantes avances en investigación.
El último actor en unirse a esta carrera es ARM, la compañía responsable de desarrollar la arquitectura de la mayoría de chips que se emplean en smartphones y wearables.
La compañía recientemente adquirida por Softbank se ha unido a las investigaciones que están teniendo lugar en el Center for Sensorimotor Neural Engineering de la Universidad de Washington, donde requieren de procesadores para implantes con los que luchar contra daños cerebrales y espinales. Además de permitir realizar movimientos y tareas a pacientes que hasta ahora estaban impedidos, la idea detrás de los implantes es que vuelvan a sentir en extremidades.
La idea en esta primera etapa es unir, mediante un chip con todas las partes necesarias integradas (System on a Chip o SoC), las señales del cerebro con un estimulador instalado en la médula espinal, permitiendo así el control del movimiento. Más allá de este aspecto fundamental, la parte más complicada es hacer que el cerebro vuelva a percibir información sensorial.
No sólo es una cuestión de lograr una experiencia completa porque sí. Mediante sentidos como el tacto se mejora el agarre de objetos o la fuerza que aplicar en cada momento, y se evitan accidentes originados por tocar superficies muy calientes.
El paso final es lograr no sólo que estos dispositivos consuman muy poca energía y generen un calor imperceptible por el cuerpo, también que no haya que prestar ninguna fuente de energía externa o recargarlos mediante minibaterías. En este sentido ya hemos visto como otras investigaciones apuntan a biogeneradores degradables como forma de alimentación energética. Para usos como el de ARM no está claro que sirvan, pero para estimular neuronas cumplen perfectamente con su cometido.