Big Data en el mundo de la educación: cómo aprovechar sus beneficios

El Big Data es un concepto para muchos heterogéneo, si no exótico. Hace años que aparece frecuentemente en eventos empresariales, charlas y cursos online. Se habla del Big Data como una clave para mejorar las empresas y negocios a partir del análisis de datos. Pero también podemos aplicar el Big Data en la educación. La educación de datos, ofrecer soluciones educativas a partir de analizar la realidad mediante los datos recopilados.

Lo que se ha venido a llamar Big Data, en inglés, engloba tecnologías, técnicas y procesos que permiten recopilar, almacenar, procesar y analizar datos en grandes cantidades. Datos que se perdían en el tiempo o que se eliminaban sin haberles prestado atención. Bien por falta de interés, por desconocimiento o directamente por limitaciones técnicas. Pero hoy contamos con máquinas y algoritmos que pueden procesar millones de bytes en un suspiro.

El Big Data en la educación puede ayudar a resolver problemas. Enfocar recursos, optimizar los procesos actuales y, en definitiva, a revolucionar la educación en pos de obtener ciudadanos preparados para el mañana. Un mañana que, como hoy, requiere de más conocimientos y capacidades de adaptación, a nivel personal y profesional, en una realidad en constante cambio y evolución.

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Fuente: Brand Factory Telefónica

Educación adaptada a cada alumno

La educación siempre ha procurado lo mejor para cada alumno. Lamentablemente, las limitaciones de recursos han hecho que frecuentemente, la educación deba hacer frente a clases con exceso de alumnos y con poco tiempo para dedicarle la atención necesaria a todos los alumnos por igual. Precisamente, el Big Data intenta combatir este problema. Para ello ofrece educación personalizada a partir de procesar los datos que se generan en clase. Algo que los profesores y maestros han hecho de forma artesanal a lo largo de su vida pero que con el Big Data se puede hacer más rápido y de manera prácticamente automatizada.

Clasificar a los alumnos en función de sus necesidades, dedicar más recursos a quienes más lo necesiten, adaptar el material de estudio a cada grupo, optimizar las pruebas, ejercicios y exámenes a las necesidades de aprendizaje… Son solo algunas de las consecuencias de aplicar el análisis de datos a la educación. El Big Data en la educación tiene mucho trabajo por hacer, una ayuda imprescindible para que los profesionales de la enseñanza logren su objetivo.

En gran parte, la educación actual ya procura reaccionar lo antes posible cuando detecta que un alumno no progresa adecuadamente. Pero la educación de datos puede agilizar este proceso y hacer sonar la alarma con la suficiente antelación para evitar perder un curso entero o varios trimestres. Atajar el problema a tiempo es una de las claves del Big Data gracias a la rapidez con la que la tecnología actual permite recopilar, procesar y analizar los datos disponibles.

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Fuente: Brand Factory Telefónica

Tecnología, conocimiento y las prácticas de toda la vida

El Big Data no quiere sustituir al profesorado. No se trata de eso. El Big Data en la educación es una herramienta más, como lo fue el ordenador en su momento y lo son las tablets, los smartphones e Internet en la actualidad. La tecnología bien empleada puede ayudarnos a optimizar los recursos disponibles. Y, lo más importante: evitar que los alumnos se frustren y abandonen la educación.

Controlar la asistencia de los alumnos, monitorizar su actividad académica, controlar la evolución de sus notas, la realización de ejercicios en clase o en casa… Gracias al uso de ordenadores y aplicaciones, cada vez es más fácil obtener información en forma de datos y números que el Big Data puede procesar. Y así detectar problemas actuales o anticiparnos a tendencias negativas antes de que se produzcan.

Con todo, el Big Data es solo una parte, aunque importante, de la revolución educativa que se viene produciendo en distintos lugares y proyectos educativos en todo el mundo. Una vez detectados los problemas es necesario reaccionar. Y ahí sigue siendo imprescindible el componente humano. Ahí es donde los profesionales de la educación deben aplicar sus conocimientos y proponer soluciones nuevas para propiciar que todos los alumnos consigan su objetivo y que nadie se quede por el camino.

Los ejercicios adaptados, las actividades interactivas, el uso de videojuegos y la gamificación, el material de consulta audiovisual o el uso de Internet y aplicaciones para educar, son prácticas que no tienen que ver con el Big Data pero que pueden ayudar motivar e incentivar el trabajo del alumno para aprender. El papel del Big Data es aquí detectar cuándo y dónde tienen que aplicarse estas herramientas formativas.

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Educación en Big Data para el día a día

La incorporación del Big Data en la educación puede hacerse desde dos puntos de vista. Por un lado, como una herramienta más para mejorar los procesos educativos actuales. Pero también puede ser una materia más de estudio. Al igual que con los años se han ido incorporando tecnologías como la programación o la robótica, incorporar el Big Data al currículum de los alumnos resulta de gran importancia a varios niveles.

Para empezar. Todo lo que envuelve al Big Data requiere la incorporación de perfiles profesionales muy demandados pero difíciles de cubrir, como el analista de datos, administrador de bases de datos, consultor TIC, científico de datos, ingeniero de datos y un largo etcétera. A estos hay que añadir otros perfiles profesionales que deberán trabajar con inteligencia artificial, Deep LearningCloud Computing y otras tecnologías asociadas al Big Data. Todos esos perfiles deberán tener unas nociones básicas, al igual que hoy cualquiera debe saber usar un ordenador o manejarse con soltura en Internet.

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