La identificación de las venas de la mano se está convirtiendo en una tecnología capaz de sustituir a la huella dactilar por ser más segura y fiable.
El campo de la biometría progresa con constancia. Lo que antes sólo se podía ver en películas de ciencia ficción, como utilizar la voz como contraseña o el reconocimiento del iris del ojo, se investiga en laboratorios de todo el mundo e incluso hay empresas que han incorporado a sus instalaciones este tipo de sistemas. Una de las técnicas donde ha habido un avance más importante es en la biometría de las venas de la mano, en la que un sensor de luz infrarroja identifica la forma y la estructura de estos vasos sanguíneos.
La biometría de las venas de la mano proporciona una mayor seguridad que la huella dactilar (que por diferentes causas no funciona en una de cada 20 personas). Es muy difícil de falsificar este patrón, pues muchos de los vasos sanguíneos que se detectan con la tecnología no se ven a simple vista. Cada persona tiene una información diferente, incluidos los gemelos. Además, la forma de las venas cambia muy poco a medida que una persona envejece.
Para usar esta tecnología basta colocar la mano sobre un escáner, sin tocarlo para mantener la higiene. Una cámara de luz infrarroja toma una fotografía donde las venas aparecen en negro, pues la hemoglobina en la sangre absorbe la luz. La primera vez que esto se hace el sistema crea un patrón, que comprobará cuando el usuario vuelva a colocar su mano.
Ahora bien, el abaratamiento del hardware ha propiciado que la biometría referente a las venas de la mano goce de mayor potencial de expansión, lo que a su vez está dando lugar a nuevos avances en software, que materialicen estas posibilidades. Fujitsu es una de las compañías que se ha dedicado a investigar en este campo y a estas alturas cuenta con un sistema que ya ha vendido a hospitales, centros educativos o entidades financieras.
Ni que decir tiene la tecnología permite distinguir entre la mano de una persona viva y –por si a algún retorcido psicópata se le ocurriera, que no lo haga, no funcionará– una mano muerta, cuyo flujo sanguíneo la delata. La fotografía con infrarrojos es capaz de captar más de cinco millones de referencias sobre las venas de la mano, lo que muestra la inviolabilidad del sistema.
La principal aplicación que se espera de esta biometría es su utilidad como contraseña en las instalaciones de un edificio, pero también puede servir para iniciar sesión en un ordenador e incluso para garantizar el acceso a servicios digitales. En este caso estarían incluidos desde la entrada al sistema interno de una empresa a usos que se mueven más en el ámbito del consumo, como acceso a las cuentas bancarias o verificación de una compra online.
Imágenes: Fujitsu