Un paciente en Suecia se ha convertido en el primer amputado en utilizar un brazo artificial que conecta directamente con su hueso y se maneja mediante el cerebro.
Un equipo de científicos de la Universidad Tecnológica Chalmers, en Gotemburgo, Suecia, ha creado un novedoso sistema para implantar un brazo artificial que se maneja a través de órdenes mentales. La aproximación más habitual en este tipo de operaciones es la colocación de electrodos en la piel o incluso en el cerebro (esto ya es una técnica invasiva), pero en este caso se ha optado por hacer un implante en el hueso del paciente y conectarlo con la prótesis, uniendo asimismo los músculos y los nervios.
No es un trabajo sencillo. Tras desarrollar los científicos toda la tecnología que haría funcionar el implante, el paciente tuvo que pasar por un periodo de aprendizaje para poder manejar correctamente la prótesis. Hace diez años que sufrió la amputación y fue en enero de 2013 cuando se le colocó el brazo artificial. El control de esta nueva extremidad se da a partir de los impulsos nerviosos enviados a través del cerebro, que se transmiten a unos electrodos neuromusculares.
La técnica empleada mejora la precisión de las prótesis robóticas que funcionan en base a electrodos situados en la piel y que actualmente se pueden encontrar en el mercado. Se trata de una osteointegración, que en este caso consiste en una cirugía para introducir y fijar un implante de titanio directamente en el hueso. Por su parte, los electrodos también tienen una conexión directa. Se colocan en los propios nervios y en los músculos correspondientes.
El objetivo es que la conexión hombre-máquina sea lo más estrecha posible. El implante directo en el hueso permite al paciente tener más seguridad a la hora de practicar movimientos y además incrementa la sensibilidad que percibe, por ejemplo en forma de vibraciones. Para aprender a usar el brazo artificial el paciente tuvo que acostumbrarse al sistema, primero mediante realidad aumentada y después moviendo la prótesis sin que aún estuviera conectada a su cuerpo. En el siguiente vídeo se puede comprobar cómo era el entrenamiento.
Pero tras los esfuerzos el paciente ha podido desde retomar su trabajo como conductor de camiones a agarrar y sostener un huevo. El siguiente paso, según los investigadores, sería desarrollar el flujo de información en el sentido contrario. Actualmente la mayor parte de las transmisiones se producen del cerebro al brazo artificial. El recorrido inverso permitiría al paciente tener sensibilidad, algo que incrementaría aún más la precisión del sistema.