El curioso experimento con cable telefónico de cobre para conectar zonas despobladas

El cable de cobre o cable telefónico está en horas bajas. En países como España, la red de cobre se está desmontando a marchas forzadas. La fibra óptica le ganó la partida hace tiempo y nos permite acceder a Internet a velocidades inimaginables hace unas décadas. Los más veteranos recordarán las lentas conexiones que ofrecía la línea telefónica o los cortes cuando alguien llamaba por teléfono. Pero, al parecer, al cable telefónico todavía le queda mucha vida.

O eso dicen en Reino Unido. Al parecer, el cable telefónico de toda la vida, el par de cobre, puede aprovecharse para transmitir datos a velocidades equiparables a la banda ancha propia de la fibra óptica o la Internet móvil 5G. Además, tiene una ventaja. El cable de cobre está fuertemente desplegado por toda la geografía, por lo que sigue dando acceso a Internet a pueblos y zonas despobladas donde no llega la fibra óptica, no hay antenas móviles y la única solución son las caras conexiones vía satélite.

Investigadores ingleses auguran que el cable telefónico de cobre puede alcanzar velocidades tres veces superiores a las actuales en la transmisión de datos. Al menos en distancias cortas. Una manera de extender la banda ancha en poblaciones alejadas de las grandes conurbaciones, en las que la fibra óptica o el 5G están ya desplegados. Se acabó el tópico de que vivir en un pueblo no tiene porqué ser sinónimo de Internet lento. Pero, ¿cómo hacer esto realidad?

Banda ancha y par de cobre

Parecía que la tecnología asociada al par de cobre no daba más de sí. El cable telefónico emplea impulsos eléctricos para transmitir los datos. Voz al principio, y datos de toda clase en la actualidad, lo que hace posible acceder a Internet o conectar ordenadores entre sí. Pero la velocidad de esos impulsos eléctricos tiene sus limitaciones. La fibra óptica, en cambio, emplea haces de luz que superan esas limitaciones. Es más, el cobre tiene limitaciones en cuanto a la distancia de su red. La fibra óptica, en cambio, ofrece un despliegue mayor.

Pero esto puede cambiar si nos atenemos a las investigaciones surgidas en la Universidad de Cambridge. La clave está en la frecuencia empleada para transmitir los datos a través del cable telefónico o de cobre. El cobre seguiría siendo el mismo, por lo que es una gran solución para aprovechar las redes de cobre todavía presentes en lugares remotos de Reino Unido, país que también está inmerso en el despliegue de fibra óptica y que todavía necesita entre 15 y 20 años para llegar a todos los rincones de Reino Unido. Pero que se encuentra con limitaciones de coste e implantación de la fibra en lugares poco poblados.

Uno de los investigadores, Ergin Dinc, le ha dedicado tiempo y esfuerzo a una tecnología que se consideraba obsoleta. O en sus propias palabras, “estos cables son muy viejos. Inventados por Alexander Graham Bell en 1881, desde entonces nadie se ha fijado en los límites teóricos”. La solución está en aplicar frecuencias cinco veces mayores que las actuales, lo que se traduciría en velocidades de datos comparables con la fibra óptica. Eso sí, en distancias cortas.

Fibra óptica y cable telefónico o cable de cobre, un matrimonio perfecto

El matrimonio entre cable de cobre y fibra óptica

La investigación de Ergin Dinc, Syed Sheheryar Bukhari, Anas Al Rawi y Eloy de Lera Acedo se puede consultar en la página oficial de la prestigiosa revista Nature. Tras las pruebas realizadas, el artículo concluye que pueden aplicarse a las líneas telefónicas de cobre una frecuencia mayor a la actualidad. En concreto, hasta 5 GHz para así ofrecer velocidades mayores en la transmisión de datos. Sería necesario emplear un dispositivo adicional en la red, pero no supone un gasto excesivo. Una manera de aprovechar la instalación telefónica actual en sintonía con el despliegue de fibra óptica.

La aplicación práctica de esta investigación es reciclar la red que ya existe de cable de cobre y combinarla con la fibra óptica actual. Es decir, la fibra óptica se despliega hasta cierta distancia del núcleo de población y, a partir de ahí, hasta el hogar se aprovecha el par de cobre de toda la vida. Algo similar a las instalaciones de fibra óptica que combinan cable coaxial cuando no es posible desplegar la fibra hasta la vivienda.

Para hacernos una idea, según las estimaciones del estudio, la velocidad a alcanzar sería 3 gigabits por segundo. Mucho más que la velocidad teórica actual o que la velocidad que se alcanzan en zonas de Reino Unido donde el cable telefónico llega a 80 megabits por segundo empleando tecnología DSL. La mala noticia es que queda camino por recorrer para implementar este avance. Por ahora es teórico. Hay que limar alguna aspereza, como que el ratio de error en la transmisión aumenta al subir la frecuencia.

Pero mientras haya zonas en las que desplegar fibra óptica sea complicado o económicamente inviable, y no haya alternativas económicas, más allá de las todavía caras conexiones por satélite, cualquier ayuda será bien recibida para que la banda ancha llegue a todas partes. En Reino Unido o donde sea.

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