El agujero de la capa de ozono se estaría reduciendo, según ha observado un equipo de científicos del MIT.
Es una pequeña victoria, pero indica una tendencia positiva. El agujero de la capa de ozono se habría reducido en más de cuatro millones de kilómetros cuadrados desde el año 2000, cuando estaba en sus máximos. Lo ha observado un equipo de científicos del MIT junto con investigadores de otras instituciones, que han publicado sus conclusiones en la revista Science. Se trata de una noticia esperanzadora después de décadas de concienciación, presión y consecución de esfuerzos políticos.
Una reducción de cuatro millones de kilómetros cuadrados no es ni mucho menos definitiva en comparación con el tamaño del agujero de la capa de ozono. Este varía a lo largo del año, dependiendo de la estación, pero en 2012 se detectó un agujero que de media tenía 17,9 millones de kilómetros cuadrados (aunque su máximo estuvo en 21,2 millones de kilómetros cuadrados).
Pese a todo cuatro millones de kilómetros cuadrados equivalen a ocho veces el tamaño de España o la mitad de la superficie de Brasil. Una de las autoras principales del estudio publicado en Science, Susan Solomon, lleva investigando el fenómeno del agujero de la capa de ozono desde hace tres décadas. Y expresa su alegría por la buena noticia, que considera una muestra de que el esfuerzo está sirviendo para algo.
En 1987 se firmó el Protocolo de Montreal, que aglutinó a casi todos los países y les arrancó el compromiso de prohibir los CFC (clorofluorocarbonos) que perjudican a la capa de ozono. La acción del cloro no puede funcionar a menos que se den ciertas condiciones de temperatura y luz solar, algo que se produce en el invierno. Esta relación la descubrió hace treinta años Solomon y explica que el agujero de la Antártida se ensanche a finales de agosto y alcance su tamaño máximo en octubre.
En los últimos años el ritmo de recuperación de la capa de ozono ha sido progresivo, aunque los científicos también han detectado sobresaltos. En 2015 los datos indicaron que el agujero de la capa llegó a un nivel de tamaño récord pese a que el cloro en la atmósfera seguía disminuyendo. Tras examinar la información disponible los investigadores se dieron cuenta de que este susto se debía a la erupción del volcán Calbuco, en Chile.
Los volcanes no emiten una cantidad de cloro a la atmósfera como para que sea relevante, pero otras partículas que lanzan contribuyen a formar nubes estratosféricas polares y estas reaccionan con el cloro. Pese a estos baches coyunturales Solomon cree que el agujero podría llegar a cerrarse a mediados de este siglo.