Ciudades fundadas por empresas: ¿fantasía o explotación?

A partir del siglo XIX, las empresas comenzaron a construir pequeños pueblos para que sus empleados pudieran alojarse en las inmediaciones de sus puestos de trabajo. Los pioneros fueron los hermanos Cadbury en Reino Unido, cuando trasladaron su fábrica de chocolate del centro de Birmingham a una zona rural. Años después, además de contar con más trabajadores, habían creado una pequeña aldea con jardines y centros de formación. Sus empleados iban del trabajo a casa y de casa al trabajo en escasos minutos, sin atascos y con todos los servicios a mano. Esto puede recordar a una vida de ensueño, pero, ¿realmente lo es?

El pueblo que crearon los hermanos George y Richard Cadbury sigue a día de hoy en pie y cuenta con más de 26.000 residentes. Fue un referente para el resto de países y, gracias a la revolución industrial, empresas de todo el mundo pudieron invertir en este tipo de iniciativas.

En muchas ocasiones, las compañías ofrecían servicios que los gobiernos tenían olvidados como la sanidad o la educación. Gracias a los bienes ofrecidos, a la cercanía y a los bajos precios, los trabajadores estaban encantados con estas infraestructuras. Sin embargo, en Estados Unidos muchas empresas se aprovecharon de este modelo y comenzaron a alquilar las viviendas de muy baja calidad a sus empleados, sin opción a compra, y cuando el trabajador moría su familia era directamente expulsada de la propiedad. De pronto, el sueño pasaba a ser una pesadilla.

Una experiencia también vivida en España

En España, en 1956, se creó la conocida ‘Ciudad Pegaso’, localizada en Madrid. La empresa ENASA creó un lugar para que los habitantes vivieran por y para la compañía. A día de hoy, todavía es posible respirar cierto orgullo entre los que se alojan allí. Además, muchos de los negocios que se abrieron a mediados de los años 50, siguen aún en pie.

A partir de la segunda mitad del siglo XX, esta fantasía empezaba a desquebrajarse. El Estado empezó a facilitar los servicios necesarios, los sueldos subieron y los empleados ya se podían costear viviendas más céntricas y vehículos para llegar hasta las fábricas, ubicadas mayoritariamente en las afueras. Así, las viviendas de estos pueblos, creados por las compañías, se vendieron a los trabajadores y, en la peor de las situaciones, se demolieron.

Una nueva generación

Este modelo urbanístico, que nació hace más de dos siglos, había caído por su propio peso, hasta que, gracias a Google y Facebook, consiguió coger fuerza de nuevo. Google ha anunciado una inversión de 1.000 millones de dólares para construir 20.000 viviendas en la Bahía de San Francisco, que no estarán reservadas únicamente para sus empleados. El objetivo de la empresa es ayudar a terminar con la imposibilidad de acceder a una vivienda para familias con bajos ingresos. Sin embargo, diferentes medios de comunicación estadounidenses plantean que Google obtendrá elevados beneficios gracias a esta iniciativa.

Por otro lado, Facebook ha revelado que creará un campus que contará con 1.500 residencias, tiendas, parques y un hotel en Menlo Park, California. El complejo se llamará Willow Village y tampoco se limitará solamente a al personal de la compañía. Ambas empresas buscan evitar el cambio constante de plantilla por la incapacidad de conseguir alojamiento cerca al centro de trabajo. Por ello, sus acciones inmobiliarias son cada vez más fuertes y apuestan por el modelo que tuvo tanto éxito en el siglo XIX. Las dos compañías quieren desbancar lo que muchos afirman: “es mucho más difícil encontrar un sitio para vivir en Silicon Valley que un trabajo nuevo”.

Dentro de las inmediaciones de Google y Facebook es posible hacerlo todo: comer gratis, ir al gimnasio o acudir a la peluquería, entre muchos otros. Del trabajo a casa y de casa al trabajo, pasando por la peluquería, en escasos minutos. Para muchos esto es una oportunidad de vivir con mayor comodidad, mientras que para otros es explotación laboral. Y tú, ¿qué opinas? ¿Fantasía o pesadilla?

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