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20 claves de la educación en una sociedad digital

Fundación Telefónica abrió hace 18 meses un espacio de diálogo para responder a cómo debería ser la educación del siglo XXI. Aquí tenemos las claves.

No es culpa de nadie, solamente es un momento disruptivo el que nos está tocando vivir. Resulta muy difícil prever hacia dónde va este mundo en el que los vertiginosos avances de la tecnología nos cambian el paso prácticamente a diario, inundando toda la realidad que nos rodea como la ola gigante producida por un tsunami.

En el campo de la educación la confusión que ha traído la reciente revolución digital ha creado numerosas dudas y una gran incertidumbre. Nadie tiene claro qué y cómo debemos enseñar en este siglo que nace.

Surgen por tanto preguntas como las siguientes: ¿qué papel debe juzgar la tecnología en la educación? ¿Cuál es el rol del docente en este nuevo escenario? ¿Cómo ayuda la educación no formal a preparar al alumno para vivir en la sociedad del siglo XXI?

VII Encuentro Internacional Educación

Fundación Telefónica ha querido responder a la pregunta de cómo debe ser la educación del siglo en que vivimos y para ello ha trabajado en buscar respuestas con un gran debate abierto al ámbito iberoamericano durante 18 meses a través del VII Encuentro Internacional de Educación. De esta forma, tras 200 aulas virtuales con más de 50.000 docentes de 9 países, 70 eventos presenciales con más de 9.000 asistentes, y las aportaciones de 300 ponentes internacionales, se ha llegado a postular 20 claves fundamentales para el éxito educativo con las generaciones que ahora comienzan su proceso de aprendizaje.

A continuación se resumen estos 20 aspectos que deben tomarse en cuenta al plantear la educación que requiere esta época:

– Formar al ciudadano del siglo XXI. Algunos les llaman Knowmads, otros Millennials, da igual la etiqueta, lo cierto es que la sociedad actual demanda personas creativas, emprendedoras, críticas, competentes digitalmente, sociables y adaptables a ambientes laborales diversos.

– Fomentar la inclusión. Las políticas públicas educativas deben tender a eliminar las barreras sociales y culturales que establecen una desigualdad entre personas y colectivos, y también contribuir a cerrar la brecha digital entre los que usan la tecnología y los que no.

– Liderazgo institucional. La tecnología digital lleva ya tiempo entre nosotros, impregnando todos los aspectos de la sociedad. La educación no debe quedar fuera de este proceso y es responsabilidad de las instituciones educativas liderar el cambio.

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– Inteligencia colectiva. Somos seres sociales que nos movemos en una sociedad cada vez más compleja. La tecnología debe ayudar a los alumnos de este siglo a extraer toda la inteligencia colectiva que les sirva para desenvolverse en un mundo global.

– Conjunción de tecnología, pedagogía y contenidos. El proceso de enseñanza actual debe reposar sobre estos tres elementos combinados en su adecuada proporción. La tecnología amplifica el impacto de la pedagogía, pero no la condiciona.

– Nuevas formas de evaluar. Enseñar utilizando las TIC requiere metodologías de enseñanza distintas, por lo tanto, no se puede evaluar el aprendizaje mediante sistemas de épocas pasadas; es necesario desarrollar un sistema que permita establecer el grado de competencia del alumno en las destrezas requeridas para desenvolverse en la sociedad actual.

– Romper el mito del nativo digital. El concepto de nativo digital ha cosechado mucho éxito entre los gurús y visionarios diversos del denominado sector 2.0, pero la conclusión es que nada garantiza que sólo porque un niño o una niña haya nacido en una sociedad digital sea capaz de hacer un uso adecuado de la tecnología “de forma natural”.

– Fomentar la creatividad. El sistema educativo debe impulsar y no reprimir la creatividad del alumnado.

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– Educación emocional. La finalidad principal de la educación es que cada sujeto pueda alcanzar un grado óptimo de bienestar social y emocional, por lo que la educación emocional debe ocupar un lugar privilegiado en los sistemas educativos.

– Cooperación entre familia, escuela y comunidad. La educación no es exclusiva de las instituciones educativas, es posible aprender en cualquier lugar de la sociedad y para ello debe existir conexión y cooperación entre familia, escuela y comunidad.

Liderazgo sin burocracia.  El liderazgo como institución educativa debe estar centrado en la pedagogía y alejado de la pura burocracia. 

Desarrollo de competencias. Vivir en la sociedad digital requiere de nuevas competencias que los sistemas educativos han de desarrollar (autonomía, adaptación al cambio y a distintos entornos, tratamiento de la información, etc).

Los intereses del alumno. El aprendizaje debe producirse de forma natural, partiendo de los intereses del aprendiz, teniendo en cuenta lo que ya sabe, desde la práctica y aceptando el cometer errores para poder ser reorientado por el docente.

Docente orientador. El nuevo rol del profesor se basa en orientar y guiar al alumno en la búsqueda de conocimiento, frente al papel de antaño de transmisor de dicho conocimiento.

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Ecología del aprendizaje. El proceso de aprendizaje se concibe ahora como un ecosistema que supera el ámbito de la escolarización y que abarca todo el entorno social del aprendiz (escuela, familia, sociedad, redes…).

Variedad de ámbitos educativos. Aparte de la enseñanza formal, los aprendizajes producidos en ambientes no formales e informales crecen a un ritmo vertiginoso y no quedará más remedio que considerar los beneficios de todos estos ámbitos educativos.

Interactuación sobre los contenidos. El aprendizaje no está en los contenidos sino en las interacciones que se producen alrededor de ellos. El aprendizaje en red a través de interacciones debe consistir en agregar, mezclar y poner en práctica los conocimientos.

Formación adaptada a la demanda. La sociedad y las escuelas deben colaborar para adaptar la formación a las demandas sociales del siglo XXI.

Formar a ciudadanos, no sólo a profesionales eficientes. La responsabilidad del sistema educativo no debe ser formar a recursos humanos únicamente útiles para un mercado, sino formar a ciudadanos capaces de desenvolverse en todos los niveles sociales.

Evitar la ansiedad tecnológica. Avanza a un ritmo vertiginoso y resulta imposible predecir qué tipo de tecnología habrá en un futuro próximo. Lo que sí tendrá que hacer la sociedad es diseñar cómo quiere que sea la educación del siglo XXI y la tecnología que acompañará el cambio educativo será la que esté disponible llegado el momento de la implantación.

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