El futuro de la alimentación ya está aquí y las carnes fabricadas con otro tipo de productos más allá del cerdo o la vaca ya están aquí para solucionar uno de los problemas más graves a nivel mundial que ya se están haciendo realidad: alimentar a la población mundial.
De momento es sólo en una cadena de supermercados en Suiza, pero el salto al resto de comercios del mundo tiene las horas contadas. La venta de productos cárnicos a partir de bichos e insectos será una realidad más que factible de aquí a unos años.
La red de supermercados ha puesto a la venta una hamburguesa fabricada con harina de gusano, además de las albóndigas de gusanos que estarán al caer en los próximos meses. ¿Su mayor problema? La legalización, en cuanto a sanidad, de la venta de este tipo de productos en las redes de supermercados del país; un problema que se ha mantenido hasta ahora, pero que se está solucionando poco a poco a través del diálogo entre productores, comercios e instituciones. Bélgica es uno de los países que ya ha dado su visto bueno, desde mayo Suiza tiene el permiso de vender harina, saltamontes y gusanos. Alemania, por su parte, no ve con buenos ojos este tipo de productos y la propuesta se mantienen bloqueada desde hace tiempo en las instituciones vinculadas a la alimentación. Aún así, los países miembros de la Unión Europea tienen hasta finales de año para cerrar una regulación adecuada a este tipo de «nuevos alimentos».
A nivel mundial, existen casi 3.000 especies de insectos que son consumidas por el ser humano. Ya sea en Asia o América, el consumo de este tipo de animales suponen un concepto muy estandarizado. Tanto que casi 2.000 millones de personas tienen en los insectos una de sus principales fuentes de proteínas. En un ecosistema en el que la falta de alimento se hará cada vez más frecuente, según datos de Naciones Unidas cada año mueren en el mundo más de 7 millones de niños antes de cumplir los 5 años por cuestiones vinculadas al hambre. Por esta razón, la Organización ve esta fuente de alimentos como una de las mayores reservas para los años venideros. Son, además, prácticamente perfectos: su contenido en proteínas ronda el 75% de su peso en seco, su contenido graso es prácticamente nulo, cuentan con fibra, hierro, fósforo. El problema reside, como siempre, en que la estandarización de este alimento deja mucho que desear.