Cómo se formó la Luna: estos son los nuevos datos

El debate en torno a la formación de la Luna no está ni mucho menos terminado. Son múltiples las variaciones del relato y ahora existen nuevos datos.

Existe un debate inacabado sobre la formación de la Luna. Una de las hipótesis habla de una colisión entre la Tierra y un enorme cuerpo celeste rocoso, llamado Theia. Se cree que pudo tener un tamaño aproximado al de Marte o la mitad del diámetro de nuestro planeta. Y el choque habría tenido lugar hace 4.500 millones de años. Una época en la que la Tierra aún estaba formándose.

La colisión habría producido una cierta cantidad de rocas, que habrían quedado en órbita alrededor de la Tierra. Posteriormente toda esta materia se habría reunido en lo que ahora es la Luna.

En su favor, esta hipótesis cuenta con la forma y la velocidad en la que la Luna orbita. Ambos cuerpos están ligados por este movimiento. De ahí que la Luna siempre muestre la misma cara a nuestro planeta.

Ahora un nuevo estudio ha revelado nuevos datos que permiten profundizar en la formación de la Luna. Un equipo de investigadores ha observado la distribución de isótopos de oxígeno en las rocas que trajeron los astronautas del Apollo. Hasta este momento hay que retrotraernos. Con las técnicas actuales han sido capaces de determinar que hay una pequeña diferencia entre la composición de los isótopos de oxígeno de la Luna y los que se encuentran en la Tierra.

Astronautas de la NASA

Lo que no sabemos de la Luna

La diferencia entre los isótopos terrestres y los lunares se acentúa cuando se estudian muestras no superficiales de la Luna. Esto es un paso adelante hacia la hipótesis de la formación de la Luna mediante la colisión. Pues la parte más externa de su superficie puede ser una mezcla de materia que orbitaba alrededor de la Tierra, pero las rocas más internas conservarían mejor la composición de Theia.

Hace más de medio siglo que la Humanidad puso el pie en la Luna y aún queda mucho por saber. Las revelaciones de la cara oculta también podrían arrojar luz sobre esta cuestión. Los investigadores podrán analizar las diferentes capas de nuestro satélite, hasta los 40 metros de profundidad.

En realidad hay mucho terreno para investigar. No extraña que la NASA quiera volver al satélite, mientras que la Agencia Espacial Europea también ambicione alcanzar su superficie.

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