La impresión 3D puede mejorar y acelerar el trasplante de órganos y tejidos, de acuerdo a dos recientes investigaciones realizadas en Reino Unido y EEUU.
Lucy tiene solo dos años. A pesar de su corta edad, diversos problemas médicos habían hecho necesario un trasplante de riñón. Tras comprobar la compatibilidad entre su padre, Chris Boucher, y la niña, los médicos del Guy’s and St Thomas’ Hospital de Londres decidieron abordar la operación. ¿Pero cómo implantar un órgano adulto en el cuerpo de una pequeña como Lucy? La impresión 3D ayudó a los cirujanos a realizar la intervención quirúrgica, diseñando y modelando el abdomen de la niña en 3D para comprobar cómo podría colocarse el riñón de su progenitor.
Según explican en The Guardian, es la primera vez que esta tecnología es aplicada para ayudar en el trasplante de órganos de una persona tan joven como Lucy. Se trata, sin duda, de un ejemplo más en el que las impresoras 3D marcan un punto de inflexón en medicina. Gracias a ellas, la familia de Antrim (Irlanda del Norte) se recupera ahora en su casa después de la operación al padre y a la hija. Pero no es el único caso en el que la impresión 3D sirve como herramienta para cuidar nuestra salud.
El reto: conseguir tejidos viables
Un reciente trabajo publicado en Nature Biotechnology ha presentado un nuevo dispositivo capaz de crear huesos, cartílagos y músculos con esta tecnología. El equipo de Anthony Atala, del Centro Médico Baptista Wake Forest (Winston-Salem, Estados Unidos), ha desarrollado una bioimpresora a la que han denominado ITOP (sistema integrado de impresión de tejidos y órganos, en inglés). El funcionamiento de la máquina se divide en dos partes. En primer lugar, el sistema utiliza polímeros para fabricar una matriz con la estructura básica o «andamio» del tejido que pretende luego imprimir. Después inyectará la tinta -consistente en un hidrogel enriquecido con células- sobre la estructura.
De esta manera, la impresión 3D podría crear músculos mediante el uso de precursores de fibras musculares -conocidos como mioblastos- u orejas a partir de condrocitos. Las estructuras obtenidas mediante esta tecnología presentaban una viabilidad exitosa una semana después de ser fabricadas, superando así uno de los principales retos de la impresión 3D. Como explican en El País, los investigadores norteamericanos también fueron capaces de imprimir una mandíbula o una porción del cráneo a partir de células madre. Por último, los científicos comprobaron que los tejidos impresos podían ser implantados sin problemas en ratas y ratones. Así comprobaron que la supervivencia era superior al 90% y que podían regenerar y producir nuevos tejidos en el organismo.
Ejemplos como el de Lucy o el del dispositivo ITOP demuestran que cada vez estamos más cerca de que la impresión 3D sea una realidad cotidiana en nuestras vidas. Resultados que se unen a las investigaciones para fabricar «bloques» de células madre en el laboratorio mediante esta tecnología o para desarrollar vasos sanguíneos de manera artificial. Trabajos que ponen en valor el interés y el potencial de las impresoras 3D en el ámbito de la salud y la medicina regenerativa, con el objetivo de mejorar y acelerar los trasplantes de órganos y tejidos.