conducir coches con el pensamiento

Una interfaz cerebro-ordenador para conducir coches con el pensamiento

Una investigación conjunta entre dos universidades de Chile y de Brasil ha construido un sistema que permite conducir un coche mediante la lectura de señales encefalográficas.

El mundo de la automoción está sufriendo grandes cambios en la actualidad, aunque éstos vayan llegando sólo tímidamente al ámbito comercial. La investigación sobre los coches eléctricos está avanzando a pasos de gigante, al mismo tiempo que empiezan a emerger otras fuentes de propulsión, como las celdas de hidrógeno. Pero no se queda toda la innovación en la vertiente energética. La robótica se ha implantado de tal manera en los coches que las grandes marcas ya tienen planes para lanzar vehículos autónomos alrededor de 2020. Esta última tecnología tiene relación con el trabajo chileno-brasileño que ha ido un paso más allá, propiciando la creación de un sistema para conducir coches con el pensamiento.

El equipo formado por miembros de la Universidade Federal do Espírito Santo (en Vitória, capital del estado de Espírito Santo) y de la Universidad de Santa María (en Valparaíso) ha creado una interfaz cerebro-ordenador capaz de enviar instrucciones a los sistemas de un coche. De tal manera que el usuario puede controlar mediante su pensamiento la conducción, a través de sus señales encefalográficas, leídas por la interfaz.

El sistema se sirve de la tecnología de conducción autónoma que puede integrarse en un vehículo, así como de patrones biológicos, como las señales encefalográficas, para dirigir el coche. Existe, por tanto, un trabajo de robótica coordinado con una labor de bioingeniería para crear una interfaz híbrida. La idea de ésta es ayudar a las personas con movilidad reducida y discapacidades motoras, con el fin de proporcionarlas una forma de controlar un automóvil.

La interfaz cerebro-ordenador se basa en estímulos visuales. En función de éstos los científicos han calibrado cuál es la reacción que se desencadena en el cerebro, así como cuál es la actividad neuronal que genera pensar en hacer un movimiento, algo que se refleja en la corteza motora. Las señales encefalográficas recogen toda esta información, que pueden transmitir, previa descodificación, en señales eléctricas a los sistemas informáticos.

En todo caso, el objetivo final es que el coche sea autónomo y no requiera de la conducción de un ser humano. Pero la verdadera originalidad del proyecto consiste en la interfaz cerebral, que permitiría controlar el vehículo y redirigir su ruta sólo con el pensamiento, una facilidad significativa para las personas que ven impedido su movimiento. Por el momento el sistema tiene que llevar a cabo una prueba recorriendo 50 kilómetros en carreteras para determinar su éxito y qué aspectos se pueden mejorar.

Para ver convertido en una realidad este sistema para conducir coches con el pensamiento probablemente tengamos que esperar. La introducción del coches eléctrico lleva años en camino y aún no ha terminado de cristalizar, siendo el mayor cambio que ha realizado la industria automovilística en los últimos años la incorporación de la conectividad y la interactividad (como los asistentes de voz), una tecnología procedente del escenario móvil que ha arrasado cuando ha traspasado las fronteras de sus dispositivos originarios.

Imagen:  Richard Masoner / Cyclelicious

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