Científicos de Illinois desarrollan un minúsculo biosensor, que permite monitorizar el estado del corazón y así evitar problemas cardiovasculares.
En los últimos años, la electrónica ha permitido grandes avances en tecnología. Su limitada capacidad de almacenamiento ha impulsado, sin embargo, el desarrollo de la fotónica, una disciplina que nació con la invención del láser. En aquel momento se comprendió que la luz podía ser utilizada como vehículo de transmisión de la información, a diferencia de los cables metálicos convencionales.
Con un mercado potencial cercano a los 650.000 millones de euros para 2020, la propia Unión Europea ha considerado a la fotónica como una de las tecnologías clave para la próxima década. Por este motivo, ha previsto una inversión de 1.795 millones de euros para el período de 2015-2020. Su atractivo no reside sólo en su potencial económico, sino especialmente en sus interesantes aplicaciones.
En el campo de la salud, por ejemplo, la fotónica promete brindar nuevos dispositivos que mejoren el diagnóstico, la prevención y los tratamientos de patologías comunes como el cáncer o las enfermedades cardiovasculares. Un reciente estudio publicado en la revista Nature Communications muestra el desarrollo de un biosensor que, colocado sobre la piel, puede ayudar a vigilar el estado de nuestro corazón.
Este biosensor, que presenta una reducidas dimensiones (no supera los cinco centímetros cuadrados), ha sido desarrollado por investigadores de la Universidad de Illinois, y busca caracterizar la temperatura y las propiedades de transporte térmico de la piel. Gracias a esta información, el innovador dispositivo fotónico prodría ayudarnos a determinar el estado de la piel y vigilar nuestra salud cardiovascular.
El sistema circulatorio, que funciona como de autopistas, autovías y carreteras nacionales se tratara, puede presentar a veces problemas de congestión y tráfico. Estas ‘caravanas’ a nivel sanguíneo se traducen en la posibilidad de trombos, que dan lugar a la formación de coágulos en el interior de los vasos.
Según los investigadores, el biosensor ultrafino, al colocarse sobre la epidermis, puede medir las propiedades térmicas y así estimar el estado del flujo sanguíneo. Formado por más de 3.600 pequeños cristales líquidos termocrómicos, su desarrollo es una muestra más de cómo la tecnología wearable, en combinación con la innovadora fotónica, permitiría en el futuro evitar problemas cardiovasculares.
Este sistema, que puede ser utilizado por los pacientes durante las 24 horas sin necesidad de cambiarlo, podría ser de ayuda en la monitorización de personas con riesgo de sufrir coágulos y trombos. Su creación muestra cómo salud, tecnología y fotónica están llamadas a cambiar el futuro de la medicina.
Imágenes | University of Illinois, Geralt (Pixabay), Asalegault (DeviantArt)