Un equipo de científicos de la Universidad de Northwestern ha creado una solución basada en grafeno para imprimir en 3D.
Uno de los retos principales para el uso del grafeno es su fabricación. Las técnicas conocidas de producción son costosas y no resultan rentables en términos económicos. De ahí que el material, pese a contar con propiedades muy beneficiosas para la electrónica no haya despegado aún. La investigación de un equipo de científicos de la Universidad de Northwestern (en el estado de Illinois, de Estados Unidos) es una de las esperanzas para que esto cambie.
No es la primera vez que el grafeno y la impresión 3D se acercan. Recientemente un trabajo del Imperial College of London logró crear pastas de este material a través de impresoras 3D. Los resultados de la investigación indicaban que finalmente se podían crear estructuras de grafeno usando estas máquinas.
El equipo de científicos de la Universidad de Northwestern ha tomado un camino similar. Han creado una solución basada en grafeno para imprimir en 3D, de forma que se pueda utilizar en condiciones ambientales. El filamento se puede usar para producir objetos pequeños o de mayor tamaño (de unos cuántos centímetros). El objetivo final, según los investigadores, es que esta técnica sirva para crear componentes electrónicos e incluso implantes biónicos.
Esta solución de grafeno para imprimir en 3D está mezclada con un polímero elástico y biocompatible, lo que habilita a la técnica a producir materiales para la regeneración de tejidos nerviosos. Una de las ventajas de este método es que los biomateriales resultantes serían escalables y su producción no sería costosa.
Y es que es precisamente el campo médico al que está enfocada esta investigación, más que al sector de la electrónica. Los científicos creen que el método creado permitirá avanzar en la regeneración de tejidos dañados, así como paliar la degeneración o estimular partes del cuerpo que se hayan quedado sin funcionar. El trabajo hace mención especialmente a los tejidos nerviosos, los huesos o los músculos cardíacos.
Pero también piensan en usos más futuristas, como el implante de biosensores y dispositivos electrónicos en el cuerpo. Mientras que la construcción de electrónica biodegradable es otra de las posibilidades que se baraja. Aun así, habrá que esperar para ver todo esto, pues existen retos por solventar, sobre todo los asociados con la escala nanométrica a la que se trabaja.
Imágenes: UCL Mathematical and Physical Sciences y jabella
