Un nuevo proyecto en Kickstarter consiguió suficiente respaldo económico para desarrollar cucarachas cyborg con el fin de mejorar la divulgación en neurociencias. Una iniciativa curiosa, que sin embargo genera un gran debate ético.
Una de las mejores obras de Kafka comienza narrando las sensaciones de Gregorio Samsa al ver cómo su cuerpo se transforma en un monstruoso insecto. La metamorfosis del personaje es explicada con una mezcla de horror, miedo y sorpresa.
¿Qué ocurriría si modificáramos un poco el guión inicial? Pensemos que esta vez el protagonista no es un ser humano, sino una cucaracha. Aunque como sabemos, estas no podrían tener los mismos pensamientos que Samsa, el lector permitirá que nos concedamos esta licencia en este post.
Y es que la cucaracha se despierta y se ve, en su entorno natural, transformada en un cyborg. Como lo oyen. Pero esta vez no lo ha escrito Kafka, sino que es el imaginativo proyecto presentado en la plataforma Kickstarter, que lleva por nombre RoboRoach.
RoboRoach, la primera cucaracha cyborg
Esta iniciativa ha sido llevada a cabo por Backyards Brains, quienes como explican en su página web, se dedican a desarrollar kits educativos para enseñar cómo funciona el cerebro.
Uno de esos proyectos consistió en la creación de la primera cucaracha cyborg, cuyos movimientos pueden ser manipulados desde nuestro smartphone. Y a pesar de que la iniciativa ha ganado un respaldo económico fuerte mediante crowdfunding, una duda nos asalta: ¿es ético?
En la siguiente charla TED, Greg Gage, uno de los promotores de la cucaracha cyborg, se afanaba en explicar que este proyecto tenía fines educativos y divulgativos. Dada la complejidad del cerebro, estos experimentos resultaban necesarios, según el miembro de Backyard Brains.
Aunque el esfuerzo divulgativo resulta llamativo, lo cierto es que es discutible que sea ética la producción de cucarachas cyborg. Y es que la manipulación de sus 100.000 millones de células nerviosas tiene en principio una finalidad educativa, como recalcan una y otra vez en su web:
Our experiments are not philosophically perfect and without controversy; however, we believe the benefits outweigh the cost due to the inaccessibility of neuroscience in our current age. We have received several messages from adults and parents of children with neurological afflictions thanking us for making neuroscience easier to understand. We are constantly surveying the animal kingdom for easier and less invasive ways of unequivocally demonstrating neural activity.
Incluso los promotores de la cucaracha cyborg publicaron en la revista PLOS One su particular defensa del uso de invertebrados en la divulgación de la neurobiología. Según sus experiencias, estos nuevos seres vivos cyborg facilitaban la enseñanza de esta disciplina científica tan compleja.
El tema que proponen es, cuanto menos, cuestionable. No cabe duda de que viendo la charla TED, los niños observan fascinados las explicaciones de Gage sobre el funcionamiento del cerebro o el significado del potencial de acción. ¿Debemos sin embargo poner límites al uso de modelos animales?
De forma tradicional, los animales se han utilizado en los laboratorios para entender cómo ocurren los procesos biológicos y, en algunos casos, tratar de mejorar los diagnósticos y tratamientos de determinadas enfermedades. ¿Hasta dónde llega el límite ético de usarlos en demostraciones educativas?
¿Pesa más la democratización de la ciencia a partir de estas aplicaciones de la biónica o por contra, deberíamos tener en cuenta unos mínimos de respeto a hipotéticos derechos de estos invertebrados? ¿Pensaríamos lo mismo si en lugar de una cucaracha cyborg habláramos de una de nuestras mascotas convertidas en cyborg?
Las preguntas son, sin duda, controvertidas. Quizás sepamos responderlas en los próximos años, a medida que la investigación y la divulgación avancen de la mano de la opinión pública.
Imágenes | Kickstarter