Un equipo de científicos encuentra un nuevo mineral en un meteorito hallado en Australia en 1951.
En forma de cuerpos celestes pueden llegar agradables sorpresas, como el asteroide deformado en gran parte por oro, con el que algunos han soñado encontrarse. Eso será allá por 2030, cuando esta masa de 200 kilómetros de diámetro se acerque a la Tierra. Mientras tanto, hay otras cosas interesantes que pueden pasar por el cielo e incluso caernos en el planeta.
Algunas de ellas ya lo han hecho y ni siquiera lo sabemos. Es lo que ha ocurrido con el meteorito Wedderburn. Se encontró en 1951, en un asentamiento de buscadores de oro dio nombre a la piedra, situado en el sureste de Australia. Los buscadores, ávidos de dar con pepitas del preciado mineral, que les llevaran a encontrar un filón, se toparon con una roca de aspecto extraño. Pesaba 210 gramos y durante décadas los científicos la han investigado ocasionalmente.
Hace muy poco se ha producido el último descubrimiento relacionado con el meteorito de Wedderburn. Se trata de la identificación de un compuesto de hierro y carbono que nunca se ha visto en la naturaleza. Los científicos han analizado los materiales y han verificado esta nueva composición. También la han bautizado como edscottite.
El descubrimiento llega después de que la piedra se haya estudiado durante décadas. Tanto es así que de su tamaño original solo queda intacto un tercio. El resto se ha ido recortando en láminas para llevarlo a diferentes centros de investigación repartidos por el mundo. Para hacerse una idea, el científico que ha liderado este último trabajo pertenece al Caltech (Instituto de Tecnología de California).
Un mineral moldeado en la naturaleza
El edscottite –llamado así en honor al experto cosmoquímico Edward Scott– se encuentra entre los menos de 6.000 minerales que la naturaleza forma por sí misma. En el laboratorio las cifras se disparan: se han conseguido entre medio millón y 600.000 minerales.
Sin embargo, el edscottite se encuentra entre esos pocos miles de privilegiados. Gracias a esta investigación, el nuevo mineral ha sido reconocido oficialmente por la International Mineralogical Association. Este organismo se encarga de verificar cualquier mineral nuevo que pueda identificarse.
Sobre cómo se ha formado este mineral no hay ninguna explicación segura. Una hipótesis afirma que podría haberse formado en el núcleo de un planeta antiguo, a altas temperaturas y presiones.
Después, este planeta podría haber sufrido una colisión colosal y sus fragmentos habrían viajado a lo largo del espacio sideral.
Imágenes: James St. John, II